Los secretos del cuento
Resumen
La narrativa es un mundo disperso. Hay a quienes les gusta bien cocida, hay quien la prefiere ácida y otros sin edulcorante. Hay narrativa, como prefiere Selenco Vega, con una nariz chata, con piel colorida y olor a menta; Betty Soto, en cambio, descubre la narrativa en la sátira, lo fantástico, el romanticismo, la revolución en líneas diminutas; Erick Benites es el tipo de escritor que relame sus labios por los personajes intrépidos y trágicos del pasado. Pues es clarísimo el crisol que presenciamos al leer cualquiera de ellos. Y aprovecho para reafirmar mi postura: la narrativa es un mundo afortunadamente disperso, y que se engendra, únicamente, en la atmósfera más personal del escritor. Por ejemplo, creo que una generación marcada por los años del terrorismo o por la pobreza de librerías o por las series de televisión de antaño, son cosas que están presentes en los propios textos, mas uno no sabe de dónde ni cómo llegan allí, hasta cuando ves al escritor caminando en chancletas por la calle, lo arribas desprevenido y le lanzas la pregunta, casi le reclamas: dime los secretos del cuento. De seguro no pasará nada maravilloso, pero si tienes suerte —yo la tuve— te siguen hasta una mesa y empieza todo.