VARIACIONES SOBRE ALTURAS, MARES Y DESCENSOS

Galia Ospina
Alastor Ediciones, 2024

doi: https://doi.org/10.26439/en.lineas.generales2025.n013.8256

Olga Saavedra
Universidad de Lima, Perú
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El poemario de Galia Ospina, Variaciones sobre alturas, mares y descensos, hace referencia a la idea de la poesía como un mecanismo de autoconocimiento a través del reconocimiento de los elementos que constituyen la naturaleza. Es decir, mediante la exploración del entorno, el yo poético experimenta un proceso de mudanza personal que le permite adquirir conciencia de su lugar en el universo. Por lo tanto, los poemas aparecen como instrumentos que restauran la atención del yo poético en la naturaleza, que vibra en el ser humano, con la finalidad de curar sus heridas íntimas.

Sobre este tema, Ida Vitale, la magnífica poeta uruguaya, afirma: “La poesía busca sacar de su abismo ciertas palabras que puedan constituir el tejido de cicatrización tras el que todos andamos sin saberlo” (Bianchi, 2021, párr. 1). Este concepto se complementa con lo señalado por su compatriota Idea Vilariño, quien, en una entrevista, afirmó lo siguiente: “no sé cómo decirte qué es la poesía para mí. Es una forma de ser, de mi ser. Todo lo demás de mi vida son accidentes” (Poniatowska, 2004, sección Mi poesía soy yo, párr. 1). Esto se vincula con en el libro de Galia Ospina, pues en él la poesía aparece como un conjunto de percepciones que se constituyen en pasos hacia la natura y, simultáneamente, al interior de uno mismo, convirtiéndose en cataplasmas. Es decir, la conexión del yo poético con los elementos de la naturaleza le permiten reconocer su textura, color y ritmo y, al mismo tiempo, cicatrizar las heridas internas.

En el poemario, dicha idea también aparece a nivel macro, pues cada espacio transitado, cada gota percibida y cada cielo contemplado son, como en las imágenes satelitales, parte del cosmos. Por ello, el yo poético señala: “la música de las olas, / el azul sobre el azul. /Un mandala sobre una tela costeña/ en el cuarto de sanación de Albita” (Ospina, 2024, p. 13). En esta cita, el yo poético realiza una analogía entre el mar y el mandala. Esta es una palabra sánscrita que, según el diccionario de la RAE, significa “círculo” y “representa las fuerzas que regulan el universo y que sirve como apoyo de la meditación” (Real Academia Española, s. f., definición 1). Según el budismo, dichos diseños concéntricos tienen como objetivo la suspensión del pensamiento, con el fin de alcanzar un estado meditativo.

Para los budistas, la meditación consiste en encontrar la calma y la aceptación en el presente, el cual es un momento valioso, pues en él existe la única posibilidad de que el ser humano se despierte y se libere del sufrimiento (Insight Meditation Center, s. f., párr. 1). De igual manera, en el poemario de Galia, el yo poético y el universo solo existen en el presente, por lo que señala: “busca tu palabra/ rasga los velos del mundo/ y contempla el cielo del presente/ en las gotas del mar” (Ospina, 2024, p. 11). Además, en otro poema, el yo lírico afirma: “el hondo sonido/ de la respiración, los pies desnudos sobre la espuma, / la luna redonda completa/ en el centro de Cartagena. / Un pájaro negro y brillante murmurando:/ Aquí y ahora. / Aquí y ahora”. (Ospina, 2024, p. 13).

Así, la contemplación y el tacto de los elementos naturales experimentados por el yo poético en el momento presente le permiten entender la conexión que existe entre ellos y el ser humano. Por ello, en el poema “Debajo de la tierra”, el yo lírico afirma: “Un día podré caminar debajo de la tierra/ entre el silencio y sus raíces. / Seré igual a todo lo que crece” (Ospina, 2024, p. 9). En este poema, la simbiosis entre todos los elementos no solo representa una asociación fundamental para su supervivencia, sino también simboliza el poder de la poesía para establecer una comunicación vívida entre los individuos y la naturaleza: “Me alimentaré de agua. / Mis palabras serán abono/ para el tulipán rojo” (Ospina, 2024, p. 9).

Además, esta comunicación poética tiene efectos tangibles como el karma. Para los budistas, dicho concepto no se relaciona con vidas pasadas ni es una ley de predeterminación. Según ellos, Buda concebía el karma como intención (Insight Meditation Center, s. f. párr. 3). Asimismo, en Variaciones sobre alturas, mares y descensos, la escritura es presentada como producto de una elección que se establece entre una serie de posibilidades de palabras y sentidos, la cual tiene efectos concretos a nivel emocional, tal y como se aprecia en el poema “Agujero”.

En este texto, así como el escritor se enfrenta a la página en blanco, el yo poético se confronta con la nada, aunque con ilusión: “Soy un punto/ Anhelo iniciar un nuevo trayecto/ entre el aquí y el más allá” (Ospina, 2024, p.15). De esta manera, el presente aparece como el momento fundamental de la atención plena y, por lo tanto, ideal para elegir la acción que configurará cada parte del trayecto. Por ello, el yo poético afirma: “Cada paso me da luz para el siguiente. / Cada palabra acaricia la piel de la que vendrá. / Llega la noche, / cierro los ojos/ y le doy forma y color a lo invisible” (Ospina, 2024, p. 15).

Sin embargo, este camino poético representa ciclos, momentos de ascenso y descenso, como todo trayecto al interior de uno mismo. Por lo tanto, el yo poético señala: “Dejo que las aguas del mundo me arrullen. /Me llevan a la Perla del Sol/ donde todo nace y muere cada día. Yo también muero, /me abandono, / corto amarras con lo familiar y conocido/” (Ospina, 2024, p. 15). Esto lleva al yo lírico a percibirse a través de un proceso marcado por la pérdida y el despojo. Por ello, afirma: “el mundo es un gran agujero” (Ospina, 2024, p. 16). No obstante, en el poema, la palabra “agujero” es polisémica, pues no solo remite a vacío y sepultura, sino también a un espacio vital, pues hace referencia al hoyo en el que se plantará un árbol: “Me gusta encontrarme entre la tierra. / Ser raíz, hoja, fruto rojo. /Te doy sombra, / bajo mi árbol puedes descansar, / mirar el cielo y comer manzanas. Soy el perfume que se lleva el viento” (Ospina, 2024, p. 16). Por lo tanto, el poema invita al lector a percibir el agujero no como sinónimo de muerte, sino como existencia; no como carencia, sino como posibilidad de abundancia; no como un lugar de inercia, sino como uno de acción y de vínculos fraternos.

En suma, Variaciones sobre alturas, mares y descensos le propone al lector que la percepción e interpretación de la vida y su entorno es una elección personal que puede determinar una conexión armoniosa consigo mismo y con el cosmos. Por ello, es fundamental tomar en cuenta el presente, pues es el momento que permite apreciar de manera atenta el entorno y el reflejo de este en el alma. Sin embargo, para lograrlo, es necesario el silencio, así como la humildad. Ambos liberan al ser humano y le permiten una visión más nítida para ejercer su creatividad, tal y como puede apreciarse en el poema “Corriente”:

Flor de Loto/ sobre aguas tranquilas./ Se levanta en su centro/ un árbol/ enraizado a la luz/ del mediodía./ Me recuerda/ ser humilde/ en la dulzura del corazón./ Silencio…/ Silencio en el lago./Silencio /En los reflejos de las nubes/ Sobre la corriente amorosa/ de la vida. (Ospina, 2024, p. 16)

REFERENCIAS

Bianchi, C. (2021, 27 de enero). Ida Vitale no subestima a sus lectores. El Malpensante. https://elmalpensante.com/articulo/4108/ida-vitale-no-subestima-sus-lectores#:~:text=%E2%80%9CLa%20poes%C3%ADa%20busca%20sacar%20de,reunida%2C%20publicada%20por%20Tusquets%20Editores

Insight Meditation Center (s. f.). Viviendo en el presente. El karma. https://www.insightmeditationcenter.org/books-articles/the-issue-at-hand/es/10/

Ospina, G. (2024). Variaciones sobre alturas, mares y descensos. Alastor Editores.

Poniatowska, E. (2004, 8 de agosto). Esencial y desesperada, entrevista con Idea Vilariño. La Jornada Semanal. https://www.jornada.com.mx/2004/08/08/sem-elena.html

Real Academia Española. (s. f.). Mandala. Diccionario de la lengua española. https://dle.rae.es/mandala