Juegos de seducción: notas sobre el pasado,
el presente y el futuro del libertarismo
GAMES OF SEDUCTION: NOTES ON THE PAST, the PRESENT,
AND the FUTURE OF LIBERTARIANISM
Gustavo Jiménez
Universidad de Lima
gjimenez@ulima.edu.pe
https://orcid.org/0000-0002-4733-2200
doi: https://doi.org/10.26439/en.lineas.generales2024.n011.7367
Recibido: 11.7.24 / Aprobado: 13.8.24
RESUMEN
El libertarismo proclama el respeto de los derechos individuales y de la propiedad privada, y en eso no hay mayor diferencia con la posición de las escuelas liberales clásicas, pero sí en el tamaño y presencia del Estado, el cual se ve reducido a uno mínimo. Su influencia ha ido creciendo en los últimos años, siempre en lo ideológico; mas no en lo pragmático, dado que en democracia resultaría muy difícil cumplir con gran parte de sus propuestas. En esa línea de ideas, el pensamiento de Murray Rothbard es fundamental para entender la doctrina libertaria.
PALABRAS CLAVE: liberalismo / libertario / anarcocapitalismo / Estado de bienestar
ABSTRACT
Libertarianism proclaims respect for individual rights and private property, and in this there is no major difference with the position of the liberal schools, but there is a difference in the size and presence of the State, which is reduced to a minimum. Its influence has been growing in recent years, always ideologically, but not pragmatically, given that in a democracy it would be very difficult to comply with most of its fundamentals. Murray Rothbard’s thought is fundamental to understand libertarian doctrine.
KEYWORDS: liberalism / libertarianism /
anarcho-capitalism / welfare state
INTRODUCCIÓN
Hace unos años, comenzó a tomar fuerza la doctrina libertaria en economía. Muy pocos conocen de qué trata o qué es realmente. Casi lo único que estaba asociado a este concepto era la figura del economista argentino Javier Milei (nacido en 1970), quien terminó postulando a las elecciones presidenciales en Argentina a fines de 2023, las que ganó con un mensaje de “libertad” en contra de la intervención estatal y la clase política tradicional. En otras palabras, el Estado argentino se había convertido en el medio de vida de los políticos populistas, a los que llamaba como “la casta” y los definió como unos privilegiados que se aprovechaban del aparato público con sueldos, beneficios, controles y regulaciones, y que en su mayoría estaban vinculados a partidos o grupos progresistas de izquierda.
Las diferencias de las ideas libertarias con el liberalismo clásico están basadas en una posición más radical frente a la intervención del Estado. En este sentido, Milei no inventó nada de esto. El ahora presidente argentino, en sus textos, sostiene que el pensamiento libertario nace de la escuela clásica, con los británicos Adam Smith (1723-1790), David Ricardo (1772-1823) y John Stuart Mill (1806-1873); así como de la escuela austriaca, con exponentes como Carl Menger (1840-1921), Eugen von Böhm-Bawerk (1851-1914), Ludwig von Mises (1881-1973), Friedrich Hayek (1899-1992); y, sobre todo, de Murray Rothbard (1926-1995), quien se convirtió en el más importante economista del movimiento libertario y su principal influencia.
Ahora bien, el libertarismo es una ideología que sostiene que el poder del Estado no funciona y es inmoral. El norteamericano Murray Rothbard es el que transformó la economía liberal en libertaria, al desarrollar el anarcocapitalismo o libertarismo extremo, pensamiento basado en los principios del libre mercado, la propiedad privada y la no intervención del Estado. Estos principios también son los del liberalismo clásico, que no niega al Estado, pero le deja el ejercicio de algunas funciones en la vida económica.
Los anarcocapitalistas plantean una sociedad sin Estado en la que la provisión de bienes y servicios debe ser privada, sin que el Gobierno tenga poder de dominio en sectores como salud, educación, seguridad y justicia. Esta línea de pensamiento le pertenece a Rothbard y es una oposición férrea al Estado; está en contra de conceptos como justicia social y defiende la idea de que cada persona es totalmente dueña de sí misma y de todo lo relacionado con su trabajo, sus obligaciones y sus actos. Por lo tanto, los impuestos, por ejemplo, son considerados ilegítimos.
Rothbard fue un liberal que, en su camino libertario, se acercó a la escuela austriaca influenciado por las ideas de Mises, que había defendido el mercado y fue uno de los que más estuvo en contra de la planificación centralizada y la intervención estatal. Mises vive la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias en Europa: economías influenciadas por el proteccionismo e intervencionismo estatal, controles de precios e inflación. A pesar de ello, nunca renunció a advertir las consecuencias que vendrían con ese modelo, desde el socialismo al pensamiento de Keynes, frente a lo que representaba su defensa a la libertad económica.
Ahora bien, el pensamiento libertario descansa en el axioma de la no agresión, es decir, la libertad civil de poder expresarse, publicar y reunirse sin violentar la persona o la propiedad de otro, y no aprueba controles, leyes, decretos, subsidios o prohibiciones. De este modo, defiende un capitalismo de laissez faire1, en el que el Estado solo debe servir para defender los derechos de las personas y de la propiedad privada. En síntesis, el mercado puede existir sin las regulaciones del Gobierno.
En ese sentido, para los libertarios, el principal enemigo de la libertad es el Estado, responsable además de causar muertes masivas en las guerras o reprimir al que califica como subversivo. De esta forma, se comprende que el servicio militar obligatorio es una esclavitud y los impuestos son un sistema de robo legalizado. Por ello, la clave de la libertad en el libertarismo es definir con claridad la propiedad privada; solo después de establecer los derechos que se desprenden de ella será posible determinar el alcance de la legalidad de las acciones de una persona.
Para legitimar el pensamiento libertario, Rothbard publicó Por una nueva libertad. El manifiesto libertario en 1973. En su libro, el economista desarrolló la estrategia para impulsar su movimiento liberal-libertario con la convicción de que el libertarismo triunfará a largo plazo, a pesar de la coyuntura de estatismo y del impulso de opciones socialistas en diversos países del mundo. Finalmente, insistía en el poder de la historia, que el marxismo era una falacia y que su esperanza de vida, basada en la tiranía, estaba llegando a su fin.
LA DESMITIFICACIÓN DEL LIBERTARISMO
De este modo, Rothbard señalaba que la libertad económica era una necesidad y solo ella podía llevar adelante una economía industrial. Asimismo, afirmaba que el estatismo no servía, porque no garantizaba una mayor productividad y distorsionaba el mercado, y que el socialismo era inviable, ya que no ofrecía incentivos sobre las ganancias, un sistema de precios competitivo ni derechos de propiedad. Por ende, indicaba que el mercado libre era el único sistema capaz de generar un crecimiento sostenido. Debido a que sostuvo la importancia de aclarar varios errores sobre el libertarismo, expuso en 1979 lo que denominó “los seis mitos sobre el libertarismo” (Rothbard, 2012), los cuales se presentan a continuación.
Mito 1. Los libertarios creen que cada individuo es un átomo aislado y herméticamente cerrado, que actúa en el vacío sin influir en otros.
Los libertarios son individualistas, pues sostienen que solo en tal condición pueden pensar, juzgar, actuar y elegir, y que toda persona tiene derecho a su propio cuerpo sin coacción. Sin embargo, no niegan que las personas se influyen entre sí en todo momento, en sus metas, valores, aspiraciones y carreras, lo cual no es negativo necesariamente. No hay oposición a cooperar voluntariamente, pero sí a la imposición del Estado a través de la fuerza.
Mito 2. Los liberales son libertinos: son hedonistas que anhelan “estilos de vida alternativos”.
No existe un solo tipo de libertario, hay conservadores ligados a una moralidad religiosa y hedonistas que prefieren estilos alternativos de vida, que pueden ser de opulencia o no. Al final, el libertarismo defiende que las personas son libres de actuar sin hacer daño a otro, sin invadir la persona o la propiedad de un tercero, y lo que haga con su vida es propio de su libertad.
Mito 3. Los libertarios no creen en los principios morales, se limitan al análisis de coste-beneficio suponiendo que el hombre siempre es racional.
Las personas son libres de actuar en libertad sin hacer daño a otro, no hay oposición frente a su forma de pensar, pero sí a imponer una ideología mediante el uso de la fuerza. Las personas son libres de realizar lo que más les conviene y, en ese sentido, los libertarios creen en una economía subjetiva, en los derechos naturales de los individuos, pero no en los costes y beneficios sociales, que califican como ilegítimos.
Mito 4. El libertarismo es ateo y materialista y olvida el lado espiritual de la vida.
Si bien hay muchos libertarios que no muestran convicción en la religión, las personas tienen la libertad de creer en Dios y adoptar la fe que deseen. La ley natural en la economía no entra en conflicto con la creencia espiritual de la persona; por el contrario, es el Estado el que ha utilizado a la Iglesia para legitimarse y obtener rentas y favores políticos.
Mito 5. Los libertarios son unos utópicos que creen que toda la gente es buena y que, por tanto, no es necesario el control del Estado.
El libre mercado cree en el beneficio mutuo de los intercambios voluntarios y pacíficos, donde el Estado no cumple un rol necesario y tiene un papel coactivo para conseguir sus rentas mediante controles y regulaciones, que impulsa un poder basado en la violencia. La libertad disuade la agresión y no es utópico imaginar una sociedad libre donde las personas, motivadas por valores positivos, estimulen lo bueno. En ese sentido, el peligro real radica en el estatismo.
Mito 6. Los libertarios creen que toda persona conoce mejor sus propio interés.
Las personas en libertad conocen cuáles son sus necesidades y pueden contratar según sus intereses. El proveedor privado cuenta con el incentivo del mercado, a diferencia del sector público. Si ofrece un buen servicio, atraerá mayor demanda; en cambio, si es deficiente, no encontrará sitio entre los consumidores. El mercado es grande y la persona de manera racional puede recurrir a quien prefiera para lograr sus objetivos sin perjudicar a otro. Por ello, el consumidor estará mejor siempre en el libre mercado.
EL CAMINO LIBERTARIO
Luego de estos mitos, habría que cuestionarse si hay países libertarios con esas características. La respuesta es que no, lo que existe son naciones con un alto índice de libertad económica, pero con un Estado fuerte y altos impuestos en su economía, como el caso de Singapur, que está en el primer lugar del ranking de libertad económica 2023 de 177 países (Ehulech, 2023), que elabora la Fundación Heritage2. Asimismo, Estados Unidos, que es considerado como el gran modelo del capitalismo, se encuentra en el puesto 25 con una economía bastante proteccionista, mientras que China presenta medidas arancelarias que están alejadas del ideal liberal y libertario.
Por otro lado, los libertarios rechazan la economía del bienestar y son claramente los países nórdicos, como Dinamarca, Suecia, Finlandia y Noruega, los que se encuentran en las posiciones 9, 10, 11 y 12, respectivamente, en este ranking de libertad económica y cuya característica en común es contar con un Estado presente y regulador con alta carga impositiva. Los defensores del estado de bienestar creen que un Estado redistribuidor no está en contra de las libertades, sino que ayuda a que funcionen mejor con programas sociales. En el caso de los países en que la distribución de su riqueza es deficiente, sin la ayuda estatal la gente estaría en una situación de mayor precariedad.
Este índice de libertad económica data de 1995 y está liderado por la Fundación Heritage (think tank conservador, nacido en 1973) y el Wall Street Journal (WSJ) con el objetivo de medir el grado de libertad económica de los países en función a la intervención gubernamental, el grado de regulación y el libre mercado. Heritage está vinculada a la derecha norteamericana, básicamente al Partido Republicano, promueve la libertad económica, apoyó en la década de los ochenta al gobierno de Ronald Reagan, luego al de George W. Bush y se encuentra muy cercana a las propuestas de Donald Trump. De igual forma, el WSJ le dio cobertura a los libertarios, entre los que se encontraba Rothbard, así como al espectro de la derecha norteamericana.
Uno de los fundadores de Heritage, el académico Edwin Feulner (nacido en 1941), ligado al Partido Republicano y a Donald Trump, fue presidente también de la Sociedad del Mont-Pèlerin (SMP)3, formada por Friedrich Hayek en 1947 y apoyada en su creación por Mises, la cual tenía el objetivo de defender los ideales del libre mercado frente al avance del socialismo y el keynesianismo. Asimismo, Heritage ha recibido financiamiento de multimillonarios conservadores como Richard Mellon (1932-2014), ligado a las industrias norteamericanas del petróleo y del aluminio, y donante de campañas de diversos candidatos republicanos a la presidencia como Richard Nixon y Ronald Reagan, entre otros.
De igual modo, la SMP tiene reuniones constantes en diversas locaciones y ha estado muy influenciada por economistas de la escuela de Chicago, como los premios nobel de economía Milton Friedman (1912-2006), George Stigler (1911-1991) y Gary Becker (1930-2014), así como diversos economistas de la escuela austriaca, como el premio nobel de economía James Buchanan (1919-2013), Israel Kirzner (nacido en 1930) y Peter Boettke (nacido en 1960), este último es un liberal anarquista cercano al pensamiento de Rothbard y vinculado a Mercatus Center4, que difunde ideas liberales en Estados Unidos.
Rothbard, que es el ala radical de la escuela austriaca con su teoría libertaria y anarcocapitalista, también fue miembro de la SMP y fundador en 1971 del Partido Libertario en Estados Unidos, en cuyo ideario destacaban la desregulación y la reducción de impuestos. Además, fue uno de los fundadores del Instituto Cato5 en 1977, entidad vinculada a su partido, y, si bien apoyó al Partido Republicano en el gobierno, no coincidía con él en asuntos como la intervención militar de Estados Unidos y el incremento del gasto público, políticas que se alejaban de sus ideales económicos.
El Instituto Cato estuvo relacionado con el Partido Libertario en sus inicios y fue financiado en un principio por el multimillonario norteamericano Charles Koch (nacido en 1935), copropietario de Koch Industries, la segunda empresa privada más grande de Estados Unidos. Koch es un gran influyente de la política de su país, pues apoyó a Donald Trump durante su presidencia y ha financiado a la Fundación Heritage y Americans for Prosperity (AFP)6. Esta última es una organización que él mismo fundó en 2004 y que aboga por las ideas del Partido Republicano en favor de una mayor seguridad fronteriza, reforma de visas y una disminución de la regulación económica del Estado. Además, es creadora del denominado Partido del Té (Tea Party, en inglés), movimiento que promueve una ideología política conservadora y económicamente liberal-libertaria y que defiende la simplificación del sistema tributario y la reducción de impuestos.
En 1981, Rothbard resuelve retirarse del Instituto Cato y decide fundar, al año siguiente, el Instituto para la Economía Austriaca Ludwig von Mises o simplemente Instituto Mises7. Fue apoyado por economistas como Hayek, entre otros, y, en la actualidad, debe ser la entidad más importante relacionada con el estudio de la economía de mercado y defensa de principios como la libertad, la sociedad abierta y la limitación del poder. En su ideario indica que es una organización sin fines de lucro que promueve la doctrina vinculada con la escuela austriaca de economía y la libertad individual, basada en las ideas de Ludwig von Mises y Murray Rothbard.
Desde una perspectiva histórica de larga duración, la crisis de la bolsa de valores de Nueva York en 1929 y el inicio de la gran depresión en los Estados Unidos fueron un revés a la teoría liberal del laissez faire. Para Rothbard, la responsabilidad no fue del capitalismo ni del liberalismo, sino del Gobierno norteamericano por tratar de mantener, artificialmente, una economía de bonanza. Aun así, en 1932, el presidente Franklin D. Roosevelt ganó las elecciones y puso en práctica las ideas del economista británico John Keynes y fomentó la industria, el pleno empleo y la demanda, lo que significó una derrota parcial para los que pregonaban los ideales de libertad económica.
Por ello, las recetas de Keynes resucitaban cada vez que amenazaba una crisis, pero no funcionaron cuando estalló la crisis del petróleo en 1973, lo que fue la oportunidad para que el liberalismo resurgiera. De igual modo, la crisis financiera del 2008 que hizo volver a Keynes tuvo como principal culpable, para Rothbard, al Estado y a la política monetaria expansiva del Sistema de la Reserva Federal (FED), que generó la burbuja inmobiliaria que tanto daño hizo a la economía norteamericana (y mundial). Para Rothbard, la única culpa la tenía el Estado y no el mercado.
Como se aprecia, la conexión libertaria tiene una historia en la que Rothbard desempeña un papel trascendental; no obstante, la pregunta es si tiene futuro en la economía. Su receta contra las crisis siempre será opuesta a cómo se han enfrentado a ellas antes y a lo que se hace en la actualidad. Así, en lugar de apostar por un menor gasto público y de impuestos, se propone un mayor ahorro, liquidar malas inversiones y bajar salarios, es decir, un mayor crecimiento de la economía producto de un incremento en la inversión de capital privado y no con políticas de gasto público deficitario y expansión monetaria.
CONCLUSIONES
Las ideas libertarias de Rothbard siguen teniendo seguidores; el caso de Javier Milei en Argentina es relevante desde lo ideológico, pero no en lo práctico. En Occidente, los países tienen poderes representativos en lo legislativo y judicial, además de los poderes fácticos, como la banca y la prensa. Tendría que existir una aprobación total y un poder único para que las ideas libertarias se puedan desarrollar sin problemas y eso es demasiado complicado. Hay rasgos muy arraigados en la sociedad occidental que hacen casi imposible su ejecución plena, aunque algunas políticas libertarias podrían aplicarse para incentivar la inversión privada en la economía y fomentar la disminución del gasto público, de los subsidios y de la injerencia del Estado: ese es el reto libertario.
REFERENCIAS
Alonso, F. (Ed). (2018). Fundamentos del pensamiento económico. Del mercantilismo al enfoque neoclásico. Universidad Nacional de La Pampa.
Ehulech, I. (2023, 9 de junio). Ranking de libertad económica 2023: las 15 naciones que lideran la lista y dónde se ubican los países de Latinoamérica. Infobae. https://www.infobae.com/america/mundo/2023/06/08/ranking-de-libertad-economica-2023-los-15-paises-que-lideran-la-lista-y-donde-se-ubican-los-paises-de-latinoamerica/
Rothbard, M. (2012, 10 de febrero). Mito y verdad sobre el libertarismo. Mises Institute. https://mises.org/es/mises-daily/mito-y-verdad-sobre-el-libertarismo
1 La frase “laissez faire, laissez passer, le monde va de lui même”, es decir, “dejar hacer, dejar pasar, el mundo va por sí mismo”, es una postura de los fisiócratas franceses del siglo xviii a favor del libre cambio y la no intervención del Estado. Antes de regular en contra del orden natural, era mejor no hacer nada y que el mundo camine por sí solo (Alonso, 2018, p. 62).
2 https://www.heritage.org/
3 https://www.montpelerin.org/
4 https://www.mercatus.org/
5 https://www.cato.org/
6 https://americansforprosperity.org/
7 https://mises.org/