LA REBELIÓN DE LOS QUE NADIE QUIERE VER
Juan Pablo Pérez Sáinz, Siglo Veintiuno Editores, 2019
doi: https://doi.org/10.26439/en.lineas.generales2023.n009.6515
Fernando García Blesa
Universidad de Lima
La desigualdad es una de las principales características de las sociedades latinoamericanas. Los abismales contrastes socioeconómicos se observan muchas veces en territorios contiguos que parecen coexistir en mundos paralelos. En medio de una coyuntura particularmente convulsionada en la región, la desigualdad ha estado en el centro de los diversos movimientos sociales de los últimos años y en el núcleo discursivo de diversos grupos políticos conectados a estos colectivos que procuraron llegar al poder en sus respectivos países y, en muchos casos, lo lograron. Por este motivo, resulta particularmente necesario analizar y pensar estas complejas realidades desde la academia, cuidando siempre la neutralidad política, para recordarnos que hay una realidad allí afuera que existe más allá de las trincheras ideológicas. En el presente libro, hasta cierto punto premonitorio, porque fue escrito antes de las principales movilizaciones de la región, Juan Pablo Pérez Sáinz desarrolla, analiza y evalúa las cuatro principales respuestas que se han dado a la marginación social en Latinoamérica a través de una amplia gama de investigaciones académicas.
En el primer capítulo, el autor desarrolla los conceptos de desigualdad, exclusión y marginación social. Al respecto, define la exclusión social como el conjunto de tendencias que empujan a las personas hacia las fronteras de la sociedad, pero que no las expulsa, y que se cristaliza en marginación social cuando el arrinconamiento se maximiza y permanece. Propone, además, que las claves de la desigualdad son el trabajo precario, la incapacidad de acumulación de riqueza por parte de los pequeños propietarios, la ciudadanía social frágil y el procesamiento de la diferencia social desde la inferiorización o asimilación impuesta.
La segunda sección del libro versa sobre la primera respuesta a la marginación: la violencia. Pérez Sáinz la trabaja desde dos ángulos: la violencia como respuesta ante la carencia y la violencia como respuesta ante la presencia marginal del Estado. Sobre la primera, afirma que ocurre cuando la falta se proyecta desde el plano relacional, en contraste con la opulencia del otro, por lo que se gesta desde el resentimiento. Un elemento particular de este fenómeno es el consumismo, pues ya no solo se trata de tener lo necesario, sino lo suficiente. En este sentido, el consumismo potencia el resentimiento y sus probabilidades de expresarse a través de la violencia, redefine la concepción de suficiencia. A través de la inversión simbólica, el sujeto carente no solo quiere paliar la falta, sino llegar a ser opulento: si bien hay resignación a la exclusión social, hay resistencia a la exclusión del consumo, como el de objetos de alto valor simbólico (por ejemplo, marcas famosas). Al respecto, describe diversos hallazgos de investigación que corroboran el rol central del consumo en la afirmación identitaria de los transgresores.
Sobre el segundo tipo de violencia, Pérez Sáinz utiliza el concepto presencia marginal del Estado, pues, aunque este haya perdido el monopolio de la fuerza en un determinado territorio, no implica que sea totalmente incapaz de intervenirlo. En este contexto, según Arias y Goldstein, emerge un pluralismo violento (como se cita en Pérez Sáinz, 2019) que consiste en la aparición de diversos actores que buscan controlar el territorio desde un continuo motivacional que va desde el deseo de garantizar la seguridad local, a través de una juridicidad alternativa, hasta la acumulación de ganancias ejercida desde organizaciones netamente delictivas asociadas, principalmente, al narcotráfico. Se discuten hallazgos de estudios de las pandillas salvadoreñas, las favelas en Río de Janeiro, los linchamientos en las comunidades indígenas ecuatorianas, las autodefensas comunitarias en México, entre otros. Pérez Sáinz cierra este capítulo enfatizando el carácter perverso de esta respuesta, pues se funda en la existencia de víctimas a las que se les priva de sus derechos fundamentales, como el derecho a la vida.
En relación con la tercera respuesta, la migración, el autor estructura el capítulo según las categorías del proceso migratorio: origen, tránsito y destino. Empieza por el tránsito, que lo trabaja desde el caso de los migrantes centroamericanos que atraviesan México. Muchas veces movilizados por condiciones de vida aún más violentas que las de la travesía migratoria, así como por el sueño americano, los migrantes empiezan un viaje caracterizado por (1) la exposición a la trata de personas, que implica un desempoderamiento y deshumanización extremos, cuyos protagonistas son los polleros o coyotes, sujetos que se ofrecen como tramitadores del ingreso a Estados Unidos; (2) la solidaridad de la sociedad civil mexicana hacia el migrante, tanto desde iniciativas individuales como institucionales, en las que destaca la Iglesia católica; y (3) la relación con las instituciones estatales, principalmente, de seguridad y control.
Sobre el destino, Pérez Sáinz desarrolla casos en los que países de la región latinoamericana han sido destinos migratorios en sus épocas de bonanza. En ese sentido, anota que la migración fue principalmente laboral, mediada por el tipo de labor y el origen del migrante, en un clima mayoritariamente xenófobo. Además, señala que la precarización ocurre en tres dimensiones: la informalidad, la subcontratación y la exclusión de las organizaciones sindicales del país receptor. Finalmente, el origen es desarrollado como punto de retorno, tanto voluntario como forzado, que despierta imaginarios de fracaso y sospecha sobre el migrante que regresa; y como lugar receptor de las remesas, que pueden ser de manutención, inversión, capital de negocio futuro o destinadas a la ayuda de personas vulnerables de la comunidad de origen.
Por otra parte, la respuesta desde la religiosidad, que el autor denomina mágica, se desarrolla en subsecciones. La primera describe la pérdida de la hegemonía del catolicismo en la región, que se atribuye a factores y crisis internas dentro de la propia Iglesia católica, como situaciones externas a ella (por ejemplo, el cuestionamiento de valores tradicionales, el consumismo, etcétera), y a la sincronía entre el protestantismo y la lógica del mercado que caracteriza a la globalización. La segunda parte del capítulo se enfoca en el pentecostalismo, cuya especial acogida ocurre por su carácter privatizador de la religiosidad y de la tierra, así como por la posibilidad que ofrece para cambiar construcción identitaria y la narrativa de los grupos marginados y de su propia condición de marginación, la que es resignificada desde la virtud.
Sobre la cuarta y última respuesta trabajada en el libro, Pérez Sáinz detalla que la acción colectiva se distingue de las anteriores respuestas en tanto es la única que cuestiona el orden social y tiene una clara voluntad de transformarlo. Se desarrolla desde tres casos: el Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra en Brasil, el zapatismo o neozapatismo en México, y los piqueteros en Argentina. Si bien tuvieron diferencias marcadas en sus estrategias, en la que resalta la insurrección armada del neozapatismo, los tres movimientos tuvieron logros políticos, atravesaron tensiones internas y se vincularon con el Estado desde la resistencia. Sin embargo, su principal eje en común fue un cuestionamiento frontal a la estructura social actual con un contenido utópico, distinguido por su impacto nacional e internacional.
El aporte de este libro, más allá de algunas posiciones personales del autor, radica en la visibilización e interconexión de las diversas respuestas que se dan ante las desigualdades y la marginación en Latinoamérica. Justificar y romantizar aquellas respuestas que amenazan el orden democrático es tan peligroso como pretender explicarlas solo desde la conspiración de ciertos actores políticos independientes de la realidad social. Entender el funcionamiento de los procesos de exclusión y marginación nos permite tener una visión más completa de una realidad sumamente compleja, superar la polarización política y abordarla con lucidez, cualidad cada vez más escasa y necesaria en nuestros tiempos.