EDUCACIÓN MEDIÁTICA. EMERGENCIA Y URGENCIA DE UN APRENDIZAJE PENDIENTE

Julio-César Mateus. Fondo Editorial de la Universidad de Lima, 2022

doi: https://doi.org/10.26439/en.lineas.generales2023.n009.6514

Vanessa Perales Linares
Universidad de Lima

Hace miles de años, ahí en medio de la estepa, cuando el peligro acechaba, dos seres inventaron un código para poder sobrevivir. El tiempo avanza y la puesta en común, en apariencia sencilla, evoluciona hacia un intercambio al que subyace dinámicas de poder, historias individuales, elementos culturales y espacio-temporales (entre otros filtros) que determinan la profundidad de los mensajes y la comprensión entre los sujetos. Desde hace algunas décadas, los medios (digitales, masivos) organizan, bajo sus propias reglas, aquellas dinámicas de comunicación que venimos realizando por miles de años.

Con argumentos claros y ejemplos concisos, Julio-César Mateus, en su libro Educación Mediática. Emergencia y urgencia de un aprendizaje pendiente, nos permite ver la relevancia de la alfabetización mediática para el aula y, sobre todo, fuera de ella. El investigador y docente de la Universidad de Lima se viene posicionando como una de las voces latinoamericanas referentes en educación y comunicación, un espacio ganado gracias a sus múltiples esfuerzos por poner el tema en agenda, abordándolo desde la evidencia y sumando, además, propuestas concretas.

Utilizando fuentes actuales provenientes de diversas latitudes, el libro va desarrollando premisas esenciales que nos ayudan a ampliar nuestra comprensión de los medios como constructores de ciudadanía bajo un eje indispensable: el pensamiento crítico (tanto para el análisis como para la creación de contenidos). El documento de doscientos setenta páginas organiza, con acierto, la información y conclusiones obtenidas en trabajos previos del autor, y que nos llevan a revisar las múltiples aristas de una especialidad que toma más y más relevancia debido al vertiginoso avance tecnológico y su integración casi natural en las actividades cotidianas, situación diametralmente opuesta a la que ocurre en espacios de aprendizaje formal.

Esto se analiza en cada uno de los diez capítulos a través de ángulos distintos, pero con un hilo conductor que nos guía de manera fluida de principio a fin. Encontramos elementos conceptuales que se explican con precisión, que nos permiten erigir una base desde dónde empezar. Cada capítulo, además, contempla un amplio abanico de fuentes que nutre la comprensión del tema en sintonía con ejemplos provenientes de distintos contextos geopolíticos. No se deja pasar tampoco el debate actual sobre la diferencia entre alfabetización mediática y tecnologías de la información, tanto el que se da en organismos internacionales como espacios gubernamentales, donde las decisiones políticas marcan una pauta mundial sobre el uso instrumentalista o activo de los medios.

Como parte del formato que propone el autor, cabe destacar los títulos elegidos para cada capítulo, los cuales enmarcan el subtema a tratar y nos permiten tener claro hacia dónde irá la reflexión. Como cierre, presenta un espacio llamado “Tuits a manera de resumen” en donde, a través de viñetas, se presentan breves párrafos que contienen, de manera sucinta, los puntos claves de cada apartado.

“Si el grupo me quiere escuchar, no puedo negarle mi voz, pero enseguida yo demuestro que necesito también de su voz. Mi voz no tiene sentido sin la voz del grupo”

—Paulo Freire

¿QUÉ VOCES ENCUENTRO EN EL LIBRO?

Muchos libros de la especialidad de educación y comunicación parten de premisas filosóficas o teóricas de investigadores normalmente europeos o norteamericanos. Aquí, además de contar con esos aportes que resultan referencias indiscutibles, el autor toma en cuenta mitos, paradigmas, imaginarios y desafíos que los docentes latinoamericanos, en muchos casos específicamente peruanos, tienen sobre los medios y la educación. Eso supera largamente cualquier otro documento, pues nos permite, finalmente, escucharnos y aprender.

Sobresalto que se toma en cuenta lo pragmático, lo cotidiano, lo escolar, por ejemplo, dando espacio a que esas voces sean escuchadas, organizadas y se conviertan en el punto de partida para diversas acciones que propone Mateus. Algunas que podemos llevar a cabo en el aula, sí, pero también desde la gestión pública. Ambas son inseparables, especialmente, cuando pensamos en el inconmensurable trabajo por hacer para obtener una educación coherente y a la altura de las necesidades de la sociedad.

Adentrarse en la problemática latinoamericana y, específicamente también, en la peruana, permite algo valioso: el debate, tan necesario en épocas en donde nada debería ser absoluto. La suma de miradas que componen una nación requiere ser representada en las mallas curriculares, y las decisiones políticas alrededor de estas merecen investigaciones de calidad que solventen, con argumentos, las acciones que se deben tomar para generar democracias saludables.

“Bajo la impronta de la tecnología educativa, la llegada de los medios fue acompasada por la falsa premisa revolucionaria de que los medios, cuando son pasteurizados para los fines educativos, son artilugios mágicos cuya existencia mejora la calidad de los aprendizajes”

—Julio-César Mateus

El libro viene enmarcado por una época en que las pantallas y sus lenguajes alteran nuestro tiempo de ocio, la manera en la que trabajamos e, incluso, nuestro orden mental, pues están presentes en casi todos nuestros procesos de vida. El autor señala que esto hace que muchos asuman que la tecnología es un elemento determinante para alcanzar cualquier meta, lo que ubica a su sola presencia en una suerte de pedestal.

A partir de esta premisa, el libro reflexiona sobre el impacto que genera la tecnología utilizada en lo educativo desde un perfil instrumentalista. La brecha simbólica de la que habla resulta potente, pues la presencia o ausencia de herramientas tecnológicas en instituciones educativas les hace recibir a priori una ubicación superior o inferior en la escala social.

Mientras avanzamos en la lectura, el autor nos lleva un paso más allá. Nos cuestionamos sobre algo que podríamos considerar indubitable, aún más en un libro como este: ¿es la tecnología mediática el elemento crucial o determinante para una "buena educación"?

En muchos lugares del mundo, las instituciones educativas carecen de presupuesto para modernizar periódicamente la infraestructura o brindar capacitaciones constantes a su plana docente. Incluso, en Perú, la supervivencia de muchos colegios públicos sucede más por el esfuerzo de las familias y los profesores que por una real atención estatal. En estas condiciones, pensar en incluir tecnología mediática escapa de la lista de prioridades. Pero, entonces, ¿estos grupos están destinados al silencio y a un aprendizaje desfasado?

J.-C. Mateus profundiza en las lecciones que le dejan sus múltiples investigaciones respecto a este asunto y problematiza alrededor de “ponernos de acuerdo en el sentido de la escuela como institución”. El libro toma como punto de partida la alfabetización mediática, pero el análisis revelado nos permite comprender la importancia de los procesos previos que permiten empoderar al estudiante y al docente, no solo con la premisa de convertir a ambos en usuarios o consumidores de contenidos ultra actualizados, sino, sobre todo, en pensadores agudos y curiosos con capacidad innovadora.

El genuino interés por encontrarnos con voces distintas, aprender del otro y desarrollar nuestra capacidad analítica y creativa termina por imprimir el devenir de las naciones. Entonces, brindar herramientas esenciales para que los ciudadanos participen dentro y fuera de espacios mediados es, finalmente, una práctica democrática de la libertad.