EXPLICACIONES BASADAS EN MECANISMOS Y PROCESS TRACING EN COMUNICACIÓN: FUNDAMENTOS Y VENTAJAS

Dr. Arturo Luis Fitz Herbert

https://orcid.org/0000-0001-5861-3860

Universidad Austral, Argentina

afitzher@austral.edu.ar

Recibido: 05 de mayo del 2023 / Aceptado: 25 de enero del 2024

doi: https://doi.org/10.26439/contratexto2024.n41.6363

RESUMEN. Bunge (1997) sostiene que una buena explicación científica debe detallar los mecanismos que llevan de las causas a los efectos. En las últimas décadas, este tipo de explicaciones se ha incorporado a los paradigmas dominantes en la sociología y la ciencia política, donde ha logrado tanto avances teóricos como metodológicos, sobre todo a través de la técnica del process tracing. En cambio, en comunicación continúa un predominio casi exclusivo de teorías e investigaciones que utilizan métodos interpretativos o de la varianza. Este ensayo sostiene que los avances en el paradigma de los mecanismos en otras disciplinas pueden ser aprovechados por los investigadores del campo de la comunicación que deseen estudiar tanto temas clásicos de la disciplina como procesos sociales en los que la comunicación interviene como factor causal relevante. Se presentan las principales definiciones del paradigma y las recomendaciones más importantes de la metodología del process tracing. Asimismo, se utiliza la teoría de la espiral del disenso de Elizalde (2006) para ejemplificar cómo estos conceptos y procedimientos pueden aplicarse empíricamente a una teoría de la disciplina de la comunicación.

PALABRAS CLAVE: media theory / process tracing / metodología / comunicación

MECHANISM-BASED EXPLANATIONS AND PROCESS TRACING IN COMMUNICATION: FUNDAMENTALS AND ADVANTAGES

ABSTRACT. Bunge (1997) argues that a good scientific explanation should detail the mechanisms that lead from causes to effects. In recent decades, this type of explanation has been incorporated into the dominant paradigms in sociology and political science, where it has achieved both theoretical and methodological advances, above all through the process tracing technique. In contrast, in communication there continues to be an almost exclusive dominance of theories and research using interpretive or variance methods. This paper argues that advances in the mechanism paradigm in other disciplines can be exploited by researchers in the field of communication who wish to study both classical issues in the discipline and social processes in which communication is involved as a relevant causal factor. The main definitions of the paradigm and the most important recommendations of the process tracing methodology are presented. Furthermore, Elizalde’s (2006) theory of the spiral of dissent is used to exemplify how these concepts and procedures can be empirically applied to a theory of the communication discipline.

KEYWORDS: media theory / process tracing / methodology / communication

EXPLICAÇÕES BASEADAS EM MECANISMOS E RASTREAMENTO DE PROCESSOS NA COMUNICAÇÃO: FUNDAMENTOS E VANTAGENS

RESUMO. Bunge (1997) argumenta que uma boa explicação científica deve detalhar os mecanismos que levam das causas aos efeitos. Nas últimas décadas, esse tipo de explicação foi incorporado aos paradigmas dominantes na sociologia e na ciência política, onde obteve avanços teóricos e metodológicos, principalmente por meio da técnica de rastreamento de processos. Em contraste, na comunicação continua a haver um predomínio quase exclusivo de teorias e pesquisas que usam métodos interpretativos ou de variação. Este artigo argumenta que os avanços do paradigma do mecanismo em outras disciplinas podem ser explorados por pesquisadores do campo da comunicação que desejam estudar tanto as questões clássicas da disciplina quanto os processos sociais nos quais a comunicação está envolvida como um fator causal relevante. São apresentadas as principais definições do paradigma e as recomendações mais importantes da metodologia de rastreamento de processos. Além disso, a teoria da espiral da dissidência de Elizalde (2006) é usada para exemplificar como esses conceitos e procedimentos podem ser aplicados empiricamente a uma teoria da disciplina de comunicação.

PALAVRAS-CHAVE: teoria da mídia / rastreamento de processos / metodologia / comunicação

En un artículo del 2013 en Communication Yearbook, Scott Marshall Poole realizó una fuerte crítica a la coherencia entre teoría y metodología en la comunicación. El autor sostenía que, mientras que gran parte de las teorías de la comunicación describían procesos causales, casi todos los estudios empíricos publicados en las principales revistas utilizaban el método de la varianza, que brinda explicaciones estáticas (Poole, 2013).

Poole reclamó por una mayor atención empírica a los procesos causales, un aspecto que otras disciplinas de las ciencias sociales, como la sociología y la ciencia política, vienen remarcando desde hace más de dos décadas. La inspiración filosófica de quienes comparten este punto de vista viene de autores como Mario Bunge (1997), que en sus críticas a las ciencias sociales enfatizó que las teorías pierden calidad científica cuando en sus explicaciones no se incluyen los mecanismos causales que intervienen en los procesos. Mientras tanto, la máxima inspiración empírica de estas corrientes fueron las ideas de Robert K. Merton (2002), cuya carrera incluye trabajos que, además de en la sociología y en la ciencia política, han creado escuela en la disciplina de la comunicación (Lazarsfeld & Merton, 1960; Merton, 1968).

Para acompañar el interés teórico, estas corrientes reflexionaron acerca de la metodología más adecuada para el estudio de los procesos sociales, y encontraron en diversos trabajos de la sociología histórica y de la ciencia política un conjunto de virtudes compartidas que empezaron a definirse con mayor claridad bajo el rótulo de process tracing (en adelante, PT).

Este artículo ofrece una introducción a las ideas del paradigma de los mecanismos y el modo en que la disciplina de la comunicación puede incorporar sus propuestas a través del uso de las herramientas del PT. De este modo, la comunicación podría acercarse más al ideal planteado por Poole: una adecuación entre las teorías sobre procesos de comunicación y las metodologías utilizadas para corroborarlas empíricamente. Asimismo, se mostrará cómo a partir del PT se pueden estudiar no solo teorías claramente encuadradas en el campo de la comunicación, sino también aquellas teorías de otras disciplinas que incluyan mecanismos de comunicación en sus explicaciones y, de este modo, promuevan el diálogo interdisciplinar.

El artículo está organizado en seis secciones. En la primera, se presenta la visión del paradigma de los mecanismos y su impacto en las ciencias sociales. En la segunda, se muestran las teorías que permiten considerar a la comunicación como un mecanismo social relevante. En la tercera, se introduce el PT, una metodología exclusivamente pensada para corroborar el funcionamiento de los mecanismos sociales. En la cuarta, se explica cómo el PT puede aplicarse en el campo de la comunicación. En la quinta, se muestra un ejemplo de cómo podría aplicarse el PT a una teoría que incluye mecanismos de comunicación: la espiral del disenso de Luciano Elizalde. Finalmente, se muestran las conclusiones.

PROCESOS Y MECANISMOS SOCIALES

El estatus de las explicaciones basadas en mecanismos en las ciencias sociales ha crecido notablemente en las últimas dos décadas. Mientras que en 1997 Bunge señalaba que casi no existían artículos que brindaran explicaciones que mostraran los mecanismos causales en la principal revista sociológica del momento, en la actualidad se reconoce a esta corriente entre los paradigmas dominantes de las ciencias sociales (Box-Steffensmeier et al., 2008).

Este paradigma busca explicar los hechos a partir de la definición del proceso causal por medio del cual una serie de mecanismos concatenados lleva desde unas condiciones iniciales a unos determinados efectos (Beach & Pedersen, 2013, p. 24; Tilly, 2001). Como dice Bunge (2003): “Cuando se ha planteado y encontrado el mecanismo de un sistema, puede afirmarse que se ha explicado su comportamiento. De otro modo, solo se tiene o bien una descripción o bien una inclusión en una generalización” (p. 41). En algunos casos, también se agrega a la definición del paradigma la importancia de tomar en cuenta el contexto en el que operan los mecanismos, ya que aquel puede modificar el tipo de efecto que producen (Faletti & Lynch, 2009). Este elemento lleva a que algunos lo denominen análisis contextual.

Tal como indica Bunge (1997), la explicación basada en mecanismos se diferencia de otros paradigmas de las ciencias sociales. Del neopositivista, pretende el descubrimiento de leyes generales y busca una comprensión mayor que el mero subsumir de los particulares a los universales. Del interpretativista, considera que el estado mental de los agentes no constituye ningún mecanismo social. Del funcionalista, la explicación debe hacerse por los mecanismos de producción de un hecho, y no por el valor positivo o negativo que este presenta. En un planteo similar, Tilly y Goodin (2006) diferencian a las explicaciones basadas en mecanismos de las posmodernas, porque se busca el conocimiento sistemático con descripción y explicación de los procesos para encontrar regularidades; y de las explicaciones positivistas, porque, si bien se cree que en la explicación de un suceso cada mecanismo debería determinar al siguiente, no cree en leyes que no tengan en cuenta al contexto.

La visión basada en mecanismos muestra un amplio consenso en los puntos anteriores; sin embargo, cuando se profundiza en las definiciones sobre conceptos clave, como los de mecanismos o procesos, el acuerdo es más difuso. Mahoney (2001), por ejemplo, encontró 24 definiciones de mecanismos, y lo mismo podría decirse sobre los procesos.

Dado que el objetivo de este artículo no es indagar acerca de estos conceptos, aquí se presentarán las definiciones que pueden resultar más útiles para el campo de la comunicación. Una de las más claras es la que aportan Beach y Pedersen (2013, p. 29) con la siguiente fórmula:

X [(n1 ) * (n2 )] Y

Según los autores, X transmite la fuerza causal a través de un mecanismo compuesto por la parte 1 y la parte 2, que a su vez están compuestas por una entidad y una actividad. Ambas partes, trabajando juntas, contribuyen a la producción de Y. Además de los elementos aquí incluidos, una explicación basada en mecanismos también debería detallar las condiciones del contexto que permiten que el mecanismo sea activado.

La ventaja de la definición es que describe muy bien el nivel al que debe llegar la explicación. Esta no estaría completa si no se detallan las entidades cuyas actividades hacen que un sistema pase del estado X al estado Y. Como dicen Beach y Pedersen (2013): “La característica definitoria de la ontología causal de los mecanismos es que nos interesa el proceso teórico en el que X produce Y, y particularmente la transmisión de las fuerzas causales que van de X a Y” (p. 24).

Según aquí se interpreta, la definición no excluye que entre X e Y puedan actuar varios mecanismos, o que X e Y sean, a su vez, partes de un proceso mayor. En efecto, Tilly y Goodin consideran que las combinaciones o secuencias de mecanismos forman procesos, y los procesos forman episodios. Por lo tanto, la diferencia entre mecanismos y procesos es de nivel. Vale aclarar, entonces, que la definición de los niveles surge del objeto de estudio del investigador.

En el campo de la comunicación, esta definición podría aplicarse de varias maneras: en el estudio de procesos de comunicación, en procesos sociales que incluyan a mecanismos de comunicación o en procesos donde la comunicación es la actividad central de las entidades que participan de algunos de los mecanismos. Así, por ejemplo, si se estudia un proceso de emergencia de un movimiento social, uno de los mecanismos es el brokerage, es decir, una nueva conexión entre personas, grupos o sitios antes no conectados o conectados de un modo muy reducido (Tilly & Tarrow, 2007, p. 215). Como se puede evidenciar, en este nivel todavía no encontramos a la comunicación. Si se piensa con detalle en la definición de mecanismo, se puede deducir que las entidades que produzcan el brokerage pueden ser individuos, grupos u organizaciones, donde la actividad que las conecte necesariamente implica actos de comunicación. En cambio, si lo que se estudian son coaliciones entre movimientos sociales, el paso necesario para confirmar la coalición será la elaboración de un marco o frame de acción colectiva (Benford & Snow, 2000), un mecanismo que claramente es de comunicación, porque supone la construcción de un significado conjunto que defina qué es el movimiento, por qué y para qué lucha. El resultado es un “mensaje” que sirve como presión a los adversarios y como invitación a los potenciales adherentes.

Con esta visión, también se pueden estudiar procesos sociales donde todos los mecanismos son de comunicación. Por ejemplo, Cannata (2016) estudia escándalos públicos que se activan por declaraciones de una persona, y que se desarrollan a través de mecanismos de acusación y de defensa en los medios de comunicación.

La comunicación como mecanismo y proceso

El análisis de procesos y mecanismos puede ser aplicado en el campo de la comunicación en dos tipos de investigaciones:

a. Aquellas teorías reconocidas como propias del campo que explican una realidad a partir de procesos

b. Teorías que cuentan con una mayor tradición en otras disciplinas de las ciencias sociales, pero donde los mecanismos de comunicación son centrales para la producción de efectos

Dentro del primer grupo, Poole identificó al menos doce teorías procesuales en la disciplina de la comunicación, entre las que incluyó: la espiral del silencio de Noelle-Neumann, la difusión de innovaciones de Rogers, el modelo de disolución de las relaciones interpersonales de Knapp, la teoría de la dialéctica relacional de Baxter y la teoría de la agenda setting de McCombs.

Por otro lado, en el segundo grupo se pueden incluir todas aquellas teorías sociales que, cuando se desglosan en sus mecanismos específicos, revelan una presencia cualitativa o cuantitativamente relevante de los mecanismos de comunicación. Un ejemplo serían las teorías que consideran cómo los medios masivos producen efectos sobre un actor social (Boykoff, 2006), donde determinadas creencias empiezan a ser difundidas y adoptadas (Mann, 1986, pp. 301-340) o donde los procesos se desencadenan por lo que alguien dice en público (Ekström & Johansson, 2008).

Este segundo tipo de investigaciones es el que probablemente sea más ajeno a los miembros del campo de la comunicación, pero también el que abre más caminos. Sin embargo, insertarse en este tipo de investigaciones interdisciplinares exige una reflexión acerca del rol de la comunicación como mecanismo social en la teoría social.

Dentro del paradigma de los mecanismos se ha destacado numerosas veces a la comunicación como uno de los mecanismos fundamentales de las ciencias sociales. Bunge (2003) señala:

los acontecimientos sociales son moldeados, en gran medida, por la interacción social, el contexto social y las convenciones sociales arraigadas en la tradición. Pero, al mismo tiempo, las personas cultivan las relaciones y sostienen los sistemas que perciben (correcta o incorrectamente) como beneficiosos y resisten, sabotean o combaten todo aquello que creen que las perjudica. (p. 101) 

Muchos de los mecanismos sociales que son importantes para Bunge involucran a la comunicación como actividad central de los individuos, los grupos y las organizaciones. La interacción es, desde los trabajos de la Escuela de Palo Alto (Watzlawick et al., 1981), uno de los focos de estudio de la disciplina de la comunicación. Asimismo, las convenciones sociales son incorporadas en los procesos interactivos que conforman la socialización (Berger & Luckmann, 2001). Finalmente, las percepciones acerca de los beneficios o perjuicios de un sistema no se producen en un vacío social, sino que son influidas por los medios de comunicación o circulan como creencias arraigadas en culturas que se reproducen a través de mecanismos interindividuales de comunicación (Sperber, 1996).

De forma similar, ello se puede encontrar en los postulados teóricos más generales del análisis político contextual, que sostiene que las interacciones, transacciones, vínculos sociales y conversaciones constituyen la materia central de la vida social (Tilly & Goodin, 2006, p. 11). La naturaleza comunicacional de gran parte de estos mecanismos es más evidente en el siguiente extracto:

Los analistas del realismo relacional siguen flujos de comunicación, cadenas de patrones y clientes; redes de trabajo; conexiones conversacionales; y las relaciones de poder de lo chico a lo grande y de nuevo a lo chico … para ver cómo las transacciones se transforman en redes más estables de relaciones. (Tilly & Goodin, 2006, p. 11)

Asimismo, Peter Hedström (1994), uno de los fundadores de la sociología analítica —una de las corrientes que generó el resurgimiento del paradigma de los mecanismos— en sus trabajos sobre el micronivel explicativo de la movilización social ha destacado la importancia de las redes de comunicación social para predecir quiénes podían ser potenciales adherentes a una protesta.

Además de estos ejemplos, el investigador que mejor ha analizado la importancia de la comunicación como mecanismo social es Luciano Elizalde, quien apunta que la comunicación ha sido puesta en el centro de teorías sociológicas importantes como las de Niklas Luhmann o Jürgen Habermas (Elizalde, 2014). A estos postulados, se les puede agregar hoy en día la teoría de los campos, que en los últimos años ha planteado a la comunicación como un mecanismo central de estabilidad y cambio (Fligstein & McAdam, 2012, pp. 17-18).

Como se observa, la comunicación es un mecanismo destacado de las ciencias sociales. Por lo tanto, la visión basada en los mecanismos puede ayudar a los investigadores de campo a establecer puentes con otras disciplinas si se centran en procesos sociales donde los mecanismos de comunicación son los más relevantes para explicar los efectos.

Rastreo de procesos o process tracing

La aplicación del paradigma de los mecanismos a las investigaciones en comunicación sería poco fructífera sin propuestas metodológicas que permitieran llevarlas a cabo. En este sentido, la sociología y la ciencia política vuelven a proporcionar un camino a través de la técnica del PT, que, si bien no es la única metodología viable para el estudio de procesos, sí es una de las que más se ajusta a su epistemología.

El PT es un procedimiento de “análisis de la evidencia acerca de procesos, secuencias y coyunturas de eventos dentro de un caso, con el propósito de desarrollar o testear hipótesis acerca de mecanismos causales que podrían explicar el caso” (Bennett & Checkel, 2014, p. 7). Pretende abrir la “caja negra” (Bunge, 1997) que permanece implícita en la mayoría de las teorías que explican la realidad a partir de variables; más aún, podría decirse que es la única metodología diseñada específicamente para la identificación de mecanismos (Beach & Pedersen, 2013, p. 1). 

Como indica la definición, el PT es un procedimiento que se aplica dentro de los casos, y no entre casos. Es decir, cada caso se analiza según su lógica particular: el PT no es una técnica para el método comparado, sino para los estudios de caso. No obstante, la selección de casos del método comparado y el PT se pueden combinar para identificar procesos y mecanismos generalizables, como muestra un libro clásico de la ciencia política: Shaping the Political Arena (Collier & Collier, 2002).

El PT considera que la realidad social es de una gran complejidad y que no puede simplificarse a través del control de variables, por lo que intenta identificar cómo cada caso presenta una combinación específica de factores que llevan a determinados resultados, y donde a cada resultado puede llegarse a través de múltiples caminos (Bennett & Checkel, 2014). Al PT le interesa la generalización, pero considera que algunos casos presentan combinaciones únicas de factores cuya baja frecuencia no los hacen menos dignos de estudio (Bennett & Checkel, 2014, p. 12; Beach & Pedersen, 2013, p. 25). En otras palabras, que una explicación sea válida para uno o pocos casos no la hace menos científica, siempre y cuando la metodología haya sido bien aplicada.

La lógica de inferencia del PT es diferente a la de los métodos cuantitativos —probabilística y basada en las frecuencias de correlaciones entre variables— y a la del método comparado, que busca causas necesarias o suficientes a partir de la eliminación de las variables no pertinentes a todos los casos (Beach & Pedersen, 2013, p. 15). El criterio de evaluación es cualitativo: el valor probatorio de una evidencia no depende de su número de piezas o de casos que incluye esa evidencia, sino de cómo aquella apoya una explicación frente a otras alternativas (Bennet, 2008, p. 711; Mahoney, 2012). Se compara la probabilidad de encontrar una evidencia si la teoría es verdadera contra la probabilidad de encontrarla si la explicación alternativa es cierta (Bennett, 2006). Por ejemplo, la filmación de alguien armado en la escena de un crimen es una sola pieza de evidencia, pero es lo suficientemente contundente como para dar una explicación altamente probable sobre el crimen.

La lógica de los argumentos es muy importante para el PT. Beach y Pedersen (2013) señalan que un mecanismo, para formar parte del modelo teórico, tiene que estar fundamentado por un argumento lógico que explique por qué es una parte vital del proceso, es decir, por qué ese mecanismo transmite una fuerza causal de X a Y. Por lo tanto, el PT primero debe llegar a una explicación teórica donde cada uno de los mecanismos, que llevan de las condiciones iniciales a los efectos, tenga una justificación lógica. El análisis empírico luego se encarga de verificar si el proceso causal presentó los mecanismos en el orden previsto en la teoría o en las teorías alternativas acerca del fenómeno. Para esto, se busca medir si la entidad sobre la que se produjo una acción presenta cambios luego de la intervención del mecanismo (Beach & Pedersen, 2013, p. 12). Esto requiere un conocimiento profundo y secuencial de los casos.

Dentro del PT, existen tres variantes: el testeo de teorías, la construcción de teorías y la explicación de un efecto (Beach & Pedersen, 2013). El testeo de teorías se utiliza cuando se conocen tanto las X como las Y, así como cuando existe una serie de conjeturas plausibles acerca de cuáles son los mecanismos que las conectan o las teorías que permiten deducir cuáles son sus mecanismos inherentes.

En la variante de la construcción de teorías se pueden usar dos alternativas. La primera se utiliza cuando se conoce una correlación entre X e Y, pero no los mecanismos que la conectan ni hay buenas teorías para conectarlas. La segunda se aplica cuando se conoce un efecto, pero no se tiene seguridad acerca de sus causas, por lo cual el análisis parte de la Y hacia atrás hasta descubrir cuáles son las X plausibles. En la tercera variante, se hace un único estudio de caso para explicar un efecto específico. Aunque el método se parece al de la historiografía, la explicación final debería diferenciarse por la pretensión de poder ser generalizable a más casos.

Recomendaciones para aplicar el PT al campo de la comunicación

Además de las definiciones sobre lo que es el PT, los investigadores en comunicación necesitan recomendaciones particulares para aplicar la técnica en sus investigaciones. Una preocupación frecuente de los metodólogos que proponen el uso del rastreo de procesos es que la utilización de esta herramienta no derive en la escritura de historias plausibles, sin rigor en las inferencias causales propuestas. Para evitarlo, Bennet y Checkel (2015, pp. 21-22) formularon las siguientes diez recomendaciones:

  1. Haga una revisión bibliográfica profunda, que identifique todas las explicaciones alternativas para la realidad a explicar.
  2. Aplique la misma rigurosidad en el testeo empírico para cada una de las explicaciones identificadas.
  3. Considere los potenciales sesgos que pueda tener la evidencia.
  4. Tome en cuenta si el caso es el más o menos probable para las distintas explicaciones.
  5. Justifique con claridad cuándo empezar y cuando finalizar el rastreo.
  6. Busque la mayor cantidad y variedad de evidencia, pero tome una decisión racional acerca de cuándo parar.
  7. De ser posible, combine el PT con el método comparado.
  8. Esté abierto a los descubrimientos inductivos.
  9. Use la deducción para preguntarse: “si mi explicación es verdadera, ¿cuál va a ser el proceso específico que lleve al efecto?”
  10. Recuerde que llegar a conclusiones es bueno, pero que no todo PT es concluyente.

En el campo específico de la comunicación también pueden aplicarse las recomendaciones de Alan Jacobs (2014) para las teorías basadas en ideas. Según el autor, estas teorías aportan explicaciones causales en las cuales el contenido de una estructura cognitiva influye sobre las respuestas de los actores en una situación, y en las que esa estructura no es endógena a las características objetivas o materiales de la situación de elección que se quiere explicar. Las estructuras cognitivas pueden incluir compromisos normativos, descripciones o creencias acerca del mundo (como la creencia de que una industria contamina), modelos mentales o analogías a partir de los cuales los actores extraen creencias específicas o prescripciones políticas. Para Jacobs, estas estructuras funcionan como condiciones causales cuando varían independientemente de las condiciones materiales.

En algunos casos, las teorías basadas en ideas pueden no tener vinculación con el campo de la comunicación, por ejemplo, si se trata de explicar decisiones gubernamentales en torno a la ideología política del presidente. Este fenómeno puede ser una realidad puramente individual. Sin embargo, la mayoría de las veces las teorías sobre ideas describen procesos que implican a redes de comunicación interpersonales o a medios de comunicación. 

Para Jacobs (2014), la corroboración de las ideas como causas debe buscar evidencia de que a) los decisores poseían determinadas cogniciones, b) que esas cogniciones moldearon sus decisiones y c) que las cogniciones no son reductibles a las condiciones materiales. Para generar esta corroboración, el autor recomienda primero rastrear el origen de las ideas. Deberían encontrarse evidencias de que la fuente de la idea es externa y anterior a la decisión que se tomó. Luego, debe demostrarse el camino a través del cual la información o argumentación fue comunicada a los actores más relevantes. Jacobs señala que dos caminos típicos son las interacciones sociales y las estructuras organizacionales. Tercero, para los casos en que las ideas producen cambios sociales relevantes, debe rastrearse cómo la creencia o información llegó a actores en posiciones institucionales relevantes que luego se encargaron de tomar o de influir en la decisión de producir un cambio.

Además de estos aportes, puede ser útil seguir una secuencia de diez pasos en la recolección y organización de las evidencias para cada caso. Primero, hay que seleccionar el efecto a explicar. Segundo, hay que revisar la bibliografía para encontrar las explicaciones que se han conducido a ese fenómeno. Tercero, conviene tener muy claros los mecanismos que intervienen en el proceso, y para ello resulta de gran ayuda realizar gráficos causales de las principales explicaciones. En muchos casos, se verá que las teorías presentan baches y que hay que rellenar la explicación con mecanismos lógicos (lo cual ya representa un aporte del investigador). Cuarto, hay que pensar cuáles son las evidencias que podrían explicar la existencia de un mecanismo y su influencia sobre el siguiente. Quinto, se empieza con la recolección de datos a partir de toda la información pública sobre el caso: noticias, entradas en redes sociales, etcétera. Sexto, se hace una cronología pública del caso, donde se identifican los actores principales, sus posiciones públicas y sus interacciones a lo largo del tiempo. Séptimo, se empieza a organizar la cronología en función de los gráficos causales elaborados en el paso tres, se identifican los baches de conocimiento y se plantean hipótesis específicas acerca de lo que pudo haber pasado. Octavo, se recolectan nuevos datos para llenar esos baches, por ejemplo, mediante entrevistas en profundidad con los protagonistas y los principales observadores. Noveno, se utiliza esta información para llenar los gráficos causales, tal como se hizo en el paso siete. Finalmente, se repite el proceso de recolección de datos y llenado de baches hasta que la evidencia se vuelque a favor de alguna de las explicaciones o hasta que se sature la información.

El paradigma de los mecanismos aplicado

Para mostrar cómo puede aplicarse el paradigma de los mecanismos a teorías ya existentes, se utilizará como ejemplo a la teoría de la espiral del disenso de Elizalde (2006), que plantea que en el escenario público se pueden desarrollar procesos de este tipo:

se afecta la reputación y ésta activa o desactiva la credibilidad; con mayor o menor credibilidad es más o menos costosa la legitimidad de cada medida o acción, ya que la credibilidad activa directamente el consenso. Si a mediano y largo plazo se encuentra afectado el grado de legitimidad […], entonces, sus medidas, proyectos, acciones y políticas se encontrarán más o menos institucionalizadas; el hecho de que se afecte la institucionalidad significa que sea ha modificado la confianza, sea a favor […] o en su contra. (p. 167)

La espiral del disenso implica que, cuando empieza a predominar la exhibición pública de disensos respecto una persona, organización o institución, los observadores o jugadores que las apoyan tienden a mantener su consenso oculto. Ello afecta la capacidad del atacado de construir y exhibir públicamente sus apoyos. A la larga, la pérdida de consenso de la organización la lleva a perder credibilidad; luego, legitimidad, y, finalmente, institucionalidad.

Un primer paso para aplicar el PT consiste en diferenciar los mecanismos que una teoría propone. Tal como está expresada la espiral del disenso, el primero es un ataque a la reputación y el segundo es su efecto directo, la pérdida de credibilidad (que no ocurre en todos los ataques públicos). Luego, la organización empieza a experimentar dificultades para operar, se reduce la legitimidad y finalmente se erosiona la institucionalidad.

Sin embargo, al graficar la teoría se evidencia que hay un mecanismo fundamental que subyace a todo el proceso y que está implicado en la referencia que realiza Elizalde a la espiral del silencio. A medida que los ataques se hacen más frecuentes, los aliados tienen menos incentivos para expresar su apoyo, porque efectuarlo podría hacerles perder reputación a ellos o por la presión social de acomodarse a la opinión que parece mayoritaria. De este modo, cada mecanismo que se activa hace más costoso el consenso y más fácil el disenso: los aliados tienden a quedarse callados mientras los opositores se expresan.

Por lo tanto, los mecanismos en espiral se producirían de la siguiente manera: ataques a la reputación-pérdida de credibilidad-dificultad operativa —aumento de incentivos a la expresión del disenso y de costos a la expresión del consenso— más ataques a la reputación-pérdida de legitimidad-dificultad operativa-incentivo al disenso y costos al consenso-ataque a la reputación, pérdida de institucionalidad.

Figura 1

Teoría de la espiral de disenso

Escala de tiempo

Descripción generada automáticamente con confianza media

Como puede verse, la teoría intenta explicar un proceso por el que una organización pierde institucionalidad, de modo que en esta instancia también es necesario identificar otras teorías que expliquen el fenómeno. Una de esas teorías alternativas es la de Stephen Greyser (2009), que plantea que las crisis de reputación se producen cuando existe un desafío al atributo o característica más relevante de la marca. En esta teoría, ese ataque produce pérdida de consenso y, a la larga, de lo que Elizalde define como institucionalización. La diferencia con la espiral del disenso es que los aliados de la organización no pasan del consenso exhibido al oculto, sino del consenso al disenso.

Con los mecanismos y las teorías alternativas planteadas, se pueden determinar de antemano las evidencias fundamentales para sostener la teoría. En la espiral del disenso, los mecanismos muestran un proceso de ataques públicos constantes y de dificultades operativas crecientes para una organización. Pero, fundamentalmente, lo que distingue a la teoría es que existen jugadores que apoyan a la organización o a su proyecto, pero que prefieren no manifestarlo. 

El siguiente paso es elegir un caso que pudiera verificar la teoría. Aquí se utilizará como ejemplo el conflicto ambientalista que se produjo entre la multinacional de biotecnología Monsanto y un grupo de vecinos de Malvinas Argentinas, en la provincia de Córdoba, Argentina. Luego, debe elegirse el momento de arranque y cierre del proceso, que en este caso es claro: la empresa anunció la construcción de una planta acopiadora de semillas en la ciudad de Malvinas Argentinas en junio de 2012 e informó la anulación del proyecto en 2016.

El siguiente paso es reunir evidencias empíricas. Un análisis de noticias del principal diario de Córdoba, La Voz del Interior, exhibe algunos de los mecanismos de la teoría: ataques constantes a la reputación, dificultades operativas y creciente pérdida de reputación pública. El proyecto en un principio recibió el apoyo de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, el gobernador José de la Sota y el intendente de Malvinas, Daniel Arzani. Sin embargo, a partir del surgimiento de un movimiento ambientalista que cuestionó a la empresa a través de movilizaciones, bloqueos al predio y la obtención de apoyos de celebridades, Monsanto comenzó a tener dificultades para construir la planta. Primero, no pudo desalojar el bloqueo, por lo cual no pudieron continuar la construcción. Después, rechazaron el estudio de impacto ambiental. Más tarde, De la Sota y Arzani retiraron su apoyo público a la empresa, que en 2016 decidió anular el proyecto. 

Pero estas evidencias no alcanzan para corroborar el mecanismo fundamental, que es el silencio de los aliados, por lo cual es necesario buscar nueva información. A través de entrevistas se puede obtener la perspectiva de los protagonistas. Las descripciones de los empleados de Monsanto permiten aportar evidencias al mecanismo del silencio de los aliados. De este modo, Juana González1, encargada de relaciones con la comunidad de Malvinas, indicó lo siguiente:

Teníamos un problema de reputación muy pesado, que a septiembre de 2013 ya había avanzado de un modo muy importante. […] Ahí dije: “¿cómo hacemos?”. El conflicto ya había tomado un estado público muy fuerte y mis aliados en Córdoba se iban cayendo, porque nadie quería estar pegado al lado tuyo. […] Organizábamos talleres y el punto es dónde los hacíamos. Los hicimos en una escuela de Malvinas, que no tenía aprobación local: tuvimos que pedirla al gobierno provincial. Y en la parte institucional había un tema… había muchos que tenían que poner el OK, sobre todo el ministro de Educación. Imagínate, te decía “yo eso no lo firmo”. (Fitz Herbert, 2019, p. 237) 

Un exdirectivo hizo declaraciones similares sobre los funcionarios provinciales:

[Después del anuncio del proyecto] se empiezan a decir un montón de cosas. “Van a hacer una planta de agroquímicos, van a hacer el veneno en las puertas de las casas”. Entonces había que salir a explicar mucho, salir a decir mucho. El gobierno de Córdoba, en ese momento, apoyaba muchísimo. Y comunicaba lo que era el proyecto, que era una planta de semillas de maíz. […] [Jorge] Lawson estuvo muy involucrado en el tema del proyecto por parte gobierno. Y, si bien cuando se [sic] conflicto fue avanzando, él ya tenía una postura más radicalizada en cuanto a que ya no quería a meterse tanto con el tema de Monsanto, al principio era muy activo. (Fitz Herbert, 2019, p. 237) 

Aunque estas evidencias apuntan a la espiral del disenso, pueden considerarse insuficientes, porque son versiones de los empleados de Monsanto acerca del silencio de otros. Una evidencia de mayor carga probatoria sería que otro jugador confiese su apoyo al proyecto y su falta de voluntad para expresarlo públicamente. Un exlegislador de Córdoba, Javier Pretto, señaló que aprobaba el proyecto, pero que no lo decía por las dificultades que implicaba: “Después de que el escándalo estaba, después de que la atención era muy elevada, [Monsanto] ya era mala palabra […] Ya era políticamente incorrecto defender a Monsanto […] estamos mal acostumbrados en la política a que, en lo que es políticamente incorrecto o tiene mala prensa, mejor no meterse”.

Las palabras de Pretto confirman las versiones de los empleados de Monsanto, pero además son teóricamente relevantes porque proporcionan corroboración empírica a la espiral del disenso frente a la teoría alternativa de Greyser. Los cuestionamientos a Monsanto, más que modificar el punto de vista de algunos jugadores relevantes, lo que hizo fue silenciarlos. De este modo, y tal como preveía Elizalde, algunas personas y organizaciones deciden callar sus posiciones frente a la presión que genera el disenso público.

En esta instancia, donde las evidencias apuntan con mayor claridad a la espiral del disenso, el investigador puede elegir cortar la búsqueda o, de juzgar que todavía requiere acumular más pruebas, continuar su búsqueda. Por ejemplo, algunas declaraciones más de otros jugadores importantes de la escena pública de Córdoba (funcionarios, empresarios, intelectuales, periodistas, etcétera) podrían brindar mayor peso empírico a los mecanismos de disenso público y posterior ocultamiento del consenso. El investigador debe tomar la decisión y luego explicitar los motivos por los cuales culmina la búsqueda a la hora de publicar los resultados. 

En resumen, la aplicación del PT permitió primero aclarar la teoría del disenso, señalando algunos mecanismos relevantes que Elizalde dejaba implícitos. Luego, a través de la comparación con teorías alternativas, llevó a la identificación del mecanismo con mayor peso probatorio: en este caso, el aumento de los costos para manifestar el consenso y el consecuente silenciamiento de aliados potenciales. A la hora de la corroboración empírica, también sirvió como guía para la elección del inicio y cierre del evento, para la búsqueda del tipo de información necesaria para probar la teoría y para las decisiones a la hora de continuar o detener la búsqueda de información. De este modo, el método ofreció una guía clara para la ejecución de una investigación empírica sobre la teoría de la espiral del disenso, cuyo proceso está compuesto por mecanismos de comunicación.

CONCLUSIONES

Es este artículo se ha revisado el paradigma de los mecanismos en las ciencias sociales; sus posibilidades de aplicación en procesos de comunicación y en procesos sociales basados en mecanismos de comunicación, y se ha presentado el process tracing, la metodología más adecuada para las investigaciones basadas en mecanismos. Mediante el paradigma de los mecanismos, el campo de la comunicación podría responder a la demanda de Poole de una mayor coherencia entre las teorías y las investigaciones empíricas.

Pero, sobre todo, el paradigma de los mecanismos puede permitir una mayor relevancia de la comunicación en el contexto del resto de las ciencias sociales. Por lo general, los estudios de la sociología, la ciencia política y la economía que integran mecanismos o procesos de comunicación en sus investigaciones empíricas toman como punto de partida teorías muy rudimentarias desde el punto de vista del campo comunicacional. Un ejemplo de esto es la crítica que ha hecho Ari Adut (2012) a la falta de realismo de la teoría sociológica en el tratamiento del escenario público. El campo de la comunicación podría hacer un gran aporte para que se comprendan los procesos sociales en los que intervienen los medios de comunicación, las redes sociales o los mecanismos de interacción. 

El diálogo interdisciplinar es especialmente relevante a partir de los cambios sociales de las últimas dos décadas, que en gran parte se explican por la modificación en el sistema de medios. Una visión que analice el funcionamiento de los mecanismos de comunicación en procesos sociales más generales, donde los medios de masa no son el único foco, sino una parte de esos procesos, puede ayudar a que el campo de la comunicación se inserte de lleno en las discusiones que preocupan a los científicos sociales de otras disciplinas. En un mundo hipermediatizado (Verón, 2015), donde gran parte de las interacciones sociales y económicas se efectúan a través de celulares y redes sociales, el campo de la comunicación podría ayudar a comprender mejor algunos procesos importantes como el auge de outsiders políticos a pesar del rechazo de las élites intelectuales y mediáticas; los procesos individuales y sociales de construcción y destrucción de puestos de trabajo a partir de la aparición de aplicaciones para smartphones; los cambios organizacionales producidos por la nueva capacidad de los consumidores de publicar sus quejas y organizarse, y por el rol de las Direcciones de Comunicación en ese proceso; etcétera.

El paradigma de los mecanismos y el PT abren nuevos caminos de investigación que el campo de la comunicación todavía no ha empezado a explorar.

CONFLICTOS DE INTERÉS

El autor declara no tener conflictos de interés.

CONTRIBUCIÓN DE AUTORES

Conceptualización, A. F.; Investigación, A. F.; Curación de Datos, A. F.; Análisis formal, A. F.; Preparación del borrador original, A. F.; Revisión y Edición, A. F.

REFERENCIAS

Adut, A. (2012). A Theory of the Public Sphere. Sociological Theory, 30(4), 238-262. https://doi.org/10.1177/0735275112467012

Beach, D., & Pedersen, R. B. (2013). Process-Tracing Methods: Foundations and Guidelines. The University of Michigan Press. https://doi.org/10.3998/mpub.10072208

Berger, P., & Luckmann, T. (2001). La construcción social de la realidad. Amorrortu Editores.

Benford, R. D., & Snow, D. A. (2000). Framing Processes and Social Movement: An Overview and Assessment. Annual Review of Sociology, 26, 611-639. https://doi.org/10.1146/annurev.soc.26.1.611

Bennet, A. (2008). Process Tracing: a Bayesian Perspective. En J. M. Box-Steffensmeir, H. E. Brady & D. Collier (Eds.), The Oxford Handbook of Political Methodology (pp. 702-720). Oxford University Press. https://doi.org/10.1093/oxfordhb/9780199286546.001.0001

Bennett, A., & Checkel, J. T. (2014). Process tracing: from philosophical roots to best practices. En A. Bennett & J. T. Checkel (Eds.), Process tracing. From metaphor to analytic tool (pp. 3-39). Cambridge University Press. https://doi.org/10.1017/CBO9781139858472

Box-Steffensmeier, J., Brady, H., & Collier, D. (Eds.). (2008). The Oxford handbook of political methodology. Oxford University Press. https://doi.org/10.1093/oxfordhb/9780199286546.001.0001

Boykoff, J. (2006). The Suppression of Dissent. How the State and Mass Media Squelch USAmerican Social Movements. Routledge.

Bunge, M. (1997). Mechanism and Explanation. Philosophy of the Social Sciences, 27(4), 410-465. https://doi.org/10.1177/004839319702700402

Bunge, M. (2003). Emergencia y convergencia. Novedad cualitativa y unidad del conocimiento. Gedisa.

Cannata, J. P. (2016, 28-30 de julio). Escándalos, discurso público y agendas sensibles emergentes [Ponencia]. V Congreso Internacional de ALICE, Universidad Austral, Buenos Aires, Argentina.

Collier, R. B., & Collier, D. (2002). Shaping the Political Arena: Critical Junctures, the Labor Movement, and Regime Dynamics in Latin America. University of Notre Dame Press.

Ekström, M., & Johansson, B. (2008). Talk scandals. Media, Culture & Society, 30(1), 61-79. https://doi.org/10.1177/0163443707084350

Elizalde, L. (2014). La comunicación como “mecanismo social”. Fundamentos teóricos para el desarrollo de un modelo aplicado de comunicación humana. En D. Fernández Pedemonte (Coord.), Comunicación aplicada. Teoría y método (pp. 80-123). Comunicación Social Ediciones y Publicaciones.

Elizalde, L. (2006). La comunicación gubernamental: problemas y soluciones estratégicas. En L. Elizalde, D. Fernandez Pedemonte & M. Riorda (Eds.), La construcción del consenso. Gestión de la comunicación gubernamental (pp. 145-249). La Crujía.

Faletti, T., & Lynch, J. F. (2009). Context and Causal Mechanisms in Political Analysis. Comparative Political Studies, 42(9), 1143-1166. https://doi.org/10.1177/0010414009331724

Fitz Herbert, A. (2019). Conflictos ambientalistas populares [Tesis de doctorado, Universidad Austral]. Repositorio Institucional, Universidad Austral.

Fligstein, N., & McAdam, D. (2012). A Theory of Fields. Oxford University Press.

Greyser, S. (2009). Corporate brand reputation and brand crisis management. Management Decision, 47(4), 590-603. https://doi.org/10.1108/00251740910959431

Hedström, P. (1994). Contagious Collectivities: On the Spatial Diffusion of Swedish Trade Unions, 1890-1940. American Journal of Sociology, 99(5), 1157-1179. https://doi.org/10.1086/230408

Jacobs, A. M. (2014). Process tracing the effects of ideas. En A. Bennett & J. T. Checkel (Eds.), Process Tracing. From Metaphor to Analytic Tool (pp. 41-73). Cambridge University Press. https://doi.org/10.1017/CBO9781139858472

Lazarsfeld, P., & Merton, R. (1960). Mass media, popular taste, and organized social action. En W. Schramm (Ed.), Mass communications (2.a ed., pp. 492-512). University of Illinois Press.

Mahoney, J. (2001). Beyond Correlational Analysis: Recent Innovations in Theory and Method. Sociological Forum, 16(3), 575-593.

Mahoney, J. (2012). The Logic of Process Tracing Tests in the Social Sciences. Sociological Methods & Research, 41(4), 570-597. https://doi.org/10.1177/0049124112437709

Mann, M. (1986). The Sources of Social Power. Volume 1: A History of Power from the Beginning to AD 1760. Cambridge University Press.

Merton, R. K. (1968). The Matthew Effect in Science: The reward and communication systems of science are considered. Science, 159(3810), 55-63. https://doi.org/10.1126/science.159.3810.56

Merton, R. K. (2002). Teoría y estructura sociales (4.a ed.). Fondo de Cultura Económica.

Poole, M. S. (2013). On the Study of Process in Communication Research. Annals of the International Communication Association, 36, 371-409. https://doi.org/10.1080/23808985.2013.11679140

Sperber, D. (1996). Explaining Culture. A Naturalistic Approach. Wiley-Blackwell.

Tilly, C. (2001). Mechanisms in Political Processes. Annual Review of Political Science, 4, 21-41. https://doi.org/10.1146/annurev.polisci.4.1.21

Tilly, C., & Goodin, R. E. (2006). It depends. En C. Tilly & R. E. Goodin (Eds.), The Oxford Handbook of Contextual Political Analysis (pp. 3-32). Oxford University Press. https://doi.org/10.1093/oxfordhb/9780199270439.001.0001

Tilly, C. & Tarrow, S. (2007). Contentious Politics. Paradigm Publishers.

Verón, E. (2015). Teoría de la mediatización: una perspectiva semio-antropológica. CIC. Cuadernos de Información y Comunicación, 20, 173-182. https://doi.org/10.5209/rev_CIYC.2015.v20.50682

Watzlawick, P., Bavelas, J. B., & Jackson, D. (1981). Teoría de la comunicación humana: interacciones, patologías y paradojas (11.a ed.). Herder. https://doi.org/10.2307/j.ctvt9k0tj

1 Por razones de confidencialidad, los nombres de las fuentes originales se han cambiado, para mantener su anonimato.