EDITORIAL

Nueva ética, nueva estética*

Un misterioso aforismo del Tractatus de Wittgenstein enuncia que “ética y estética son lo mismo”. Que una corriente de complicidad existe entre ética y estética es reconocido desde la antigüedad. Lo ético se argumenta en la praxis; el arte lo hace a través de la poiesis, o creación, ya definida por Platón y Aristóteles.

Eugenio Trías

Durante los últimos veinticinco años, coincidentes con la entrada del nuevo milenio, hemos presenciado una evolución enorme de los modos de pensar y entender la arquitectura. Los años finales del siglo xx estuvieron dominados por la exuberancia arquitectónica de los starchitects. Esta opulencia llegó a su fin de forma dramática a finales de la primera década del siglo xxi con la crisis financiera global, que dio paso a una corriente de arquitectura más local, social

* La temática elegida por el editor externo recoge las inquietudes y experiencias vividas en dos instituciones de diferente naturaleza y finalidad, como son la Facultad de Arquitectura y el Colegio de Arquitectos. La academia, especialmente en arquitectura, debe guiarse por la inspiración, el conocimiento y la experimentación. Para ello, los docentes deben alimentar la curiosidad e incitar a los alumnos a buscar más allá de las convenciones. Un colegio de arquitectos debe recopilar las diferentes sensibilidades e inquietudes de los arquitectos, desde las más conservadoras a las más vanguardistas, sin tomar partido por ninguna ideología. Un colegio profesional de arquitectura tiene el deber de preservar y divulgar la mejor tradición arquitectónica a la vez que mira al futuro, intentando ser un lugar de debate y de divulgación que abrace también las nuevas tecnologías y herramientas arquitectónicas. En este doble perfil que he vivido durante los últimos veinticinco años, coincidentes con la entrada del nuevo milenio, he presenciado una evolución enorme de los modos de ver y entender la arquitectura, tanto desde la profesión como desde la academia.

y medioambiental. Al inicio de los años veinte, nos hemos visto abrumados por el avance de la inteligencia artificial y su influencia en todos los procesos de diseño, producción y construcción. El análisis de estos hitos históricos y sociales ha generado diversas corrientes éticas que conllevan una inevitable reflexión crítica. Llegado este momento, es necesario pararse a analizar dónde está y hacia dónde va la arquitectura.

Existe un intenso debate sobre el papel del arquitecto en la sociedad actual. Los dos mayores eventos de arquitectura del 2023, la Bienal de Arquitectura de Venecia —bajo el lema “El laboratorio del futuro”— y el Congreso Mundial de la Unión Internacional de Arquitectos en Copenhague —con el reclamo “Futuros sostenibles. No dejar a nadie atrás”— han puesto el foco en temas sociales, ecológicos, antropológicos, inclusivos, demográficos o económicos. Se han visto conferencias, paneles o instalaciones en los que se dialogaba sobre crisis migratorias, consumo, explotación de recursos naturales, economía, etcétera. Estos hechos nos dejan muchas preguntas en el aire. ¿Cuál es el papel social de la arquitectura? ¿Estamos ante una era de la arquitectura de denuncia?

En esta línea, para el primer número temático Nueva ética, nueva estética, se han seleccionado cuatro artículos que comparten una visión utópica de lo que pudo ser o podrá ser la arquitectura. Son ensayos que, más allá de sus diferencias, coinciden en plantearnos escenarios alejados de la visión tradicional del análisis arquitectónico centrado en lo objetual.

Clare Cardinal-Pett explora la descolonización de las teorías de la arquitectura y el urbanismo. La arquitectura actual necesita repensarse alejada de la narrativa eurocentrista. Propone nuevas herramientas potenciales para nuevos planteamientos de reconstrucción que permitan pasar página, necesariamente escuchando a los pensadores indígenas de toda América. Para ello, Cardinal-Pett plantea que la arquitectura y el urbanismo deben desprenderse del concepto de naturaleza eurocéntrico y buscar un enfoque antropológico de la arquitectura. La historia de la arquitectura debería enfocarse como una relación del ser humano con la naturaleza, con los otros seres y su entorno; una suerte de historia medioambiental que nos ayude a repensar los orígenes del modernismo y en la que se intersectan aspectos sociales, económicos y la historia de la naturaleza con la historia de la tecnología. El escrito nos plantea estas herramientas para animar a otros investigadores a experimentar con estas relaciones entre la antropología, la historia medioambiental y otros enfoques interdisciplinares.

Un planteamiento que también invita a repensar los enfoques tradicionales, pero concentrado en una localización específica, lleva a Luis Daniel Pardo y a Edwin Aguirre a investigar sobre la estética queer en la ciudad de Chihuahua. El estudio se centra en lugares de la vida nocturna y analiza el contraste entre la intención de pasar desapercibidos, de buscar una estética anónima, en los momentos de no actividad, y la exuberancia con que se celebran las actividades en estos lugares. Para ello analizan cómo se pueden transformar practicas estéticas mediante las manifestaciones de los cuerpos alternativos en el espacio. Para demostrar cómo se pueden y deben proyectar espacios democráticos para todos, Pardo y Aguirre investigan sobre la relación cuerpo-espacio en el campo de la arquitectura. La investigación se centra en dos clubes nocturnos y en la Marcha del Orgullo en Chihuahua. Estos lugares se definen no por su arquitectura o urbanismo, que juegan un papel de contenedor, sino por las luces, los símbolos, la música y los elementos decorativos, que crean una atmósfera y una teatralidad. Concluyen que el diseño de estos espacios empodera a los sujetos a partir del objeto arquitectónico. Y esta estética que reconoce las implicaciones del género y de la sexualidad de las personas promueve, también, una ética que empodera, emancipa y celebra la diversidad.

Transmitir la memoria de la arquitectura y la arquitectura de la memoria es el fin de Archrypt, el trabajo teórico-práctico de Mariacristina D’Oria, Gianluca Croce y Valentina Rodani. Parten de la utopía de un fin del mundo no lejano, basado en lo que denominan como una “era de la permacrisis”, marcada por los eventos catastróficos acaecidos en el primer cuarto del siglo xxi. Esta crisis también afectaría a la arquitectura y la llevaría a una posición especulativa, tanto en lo práctico como en lo teórico. El epílogo evoca a Tafuri, quien pregonaba el fin de la arquitectura y el renacimiento del pensamiento crítico. Para ello, se plantea la idea de rescatar e hibridar proyectos y teorías previas relacionadas con la crisis, como la casa Dymaxion y el proyecto del Monumento Continuo. D’Oria, Croce y Rodani concluyen definiendo su proyecto Archrypt como un dispositivo operacional para un futuro remoto e incierto.

El último escrito también se refiere a una utopía, aunque en este caso no a una futura, sino a una que pudo ser. Fredy Quispe investiga sobre los proyectos planteados durante la última etapa del oncenio del presidente Augusto B. Leguía (1919-1930) y que hubieran cambiado la estética y la proyección de Lima. Entre los años 1924 y 1930, la revista Ciudad y Campo publicó proyectos que apostaban por la modernización de esta ciudad. La expansión urbana de Lima durante el oncenio de Leguía buscaba convertirla en la capital de las costas del Pacífico oeste. Se publicaron los estudios para el ensanche de la Gran Lima y varios proyectos emblemáticos no construidos (mercados, palacios, hoteles, basílicas). El estudio se centra en los tres proyectos más significativos (el Gran Casino Hotel, el Palacio de Justicia y los edificios penales), los cuales permiten imaginar la estética y escala que se pretendía para una nueva metrópolis. El fin del oncenio, el de la revista y el de estos proyectos coincidieron; estos últimos quedaron en un olvido prolongado y son ahora rescatados por el autor y puestos en su contexto histórico y político para poder reimaginar una Lima utópica que buscaba unos ideales de arquitectura y de ciudad.

Estos artículos revelan lo pertinente del tema planteado y lo necesarios que son en arquitectura los estudios valientes y novedosos que planteen nuevos temas de debate. El contexto histórico y social (actual o pasado) nos lleva a repensar el statu quo de la arquitectura desde un punto de vista de cambio y ruptura con lo establecido. La palabra común a todos los artículos es utopía. Exponen cómo imaginar un escenario diferente, futuro o pasado, a partir de un cambio en el pensamiento crítico, tanto en la práctica como en la teoría. En este sentido, los escritos apuestan por salir de lo disciplinar e incorporar al pensamiento arquitectónico teorías y disciplinas transversales que son inevitables en el contexto actual. Es necesario aceptar que la arquitectura tiene que incorporar cuestiones medioambientales, antropológicas, inclusivas y de crítica social. Se abren en este número campos en los que estas cuestiones éticas se asocian, además, a cuestiones estéticas y se enfrentan a cómo se materializan estas teorías en el campo de la arquitectura. Es lo que se pretendía con el título Nueva ética, nueva estética: la arquitectura transforma la vida y la sociedad cuando es capaz de captar el espíritu del momento y manifestarlo en nuevos espacios arquitectónicos y urbanos que respondan a las inquietudes de la sociedad.

Pablo Olalquiaga Bescós