EDITORIAL

Montaje, desmontaje, curaduría
y editorialidad escritural

Abordar la contemporaneidad no es una tarea fácil por muchas razones, pero la principal, quizá, sea que estamos inmersos en ella: la inobservancia por exceso de presencia. En efecto, para ver o abordar cualquier cosa, esta tiene que ser externa a nosotros mismos. Así, debemos confesar, con alguna resignación
—quizá, con humildad forzada—, que la demanda editorial de estos dos números de la revista no es siquiera posible. Claro que la posibilidad se ha transformado, en la contemporaneidad, en plausibilidad. Es la diferencia entre existir y admitir. Así, dentro de lo admisible se abren unas ventanas que encuadran lecturas de lo contemporáneo y que, de alguna manera, lo representan —no totalmente, pues lo contemporáneo es, al parecer, inabarcable—. Pero la importancia de lo parcial, de lo fragmentado y hasta de lo quebrado son condiciones contemporáneas que sobrellevamos a diario. Es a través de ellas que las aproximaciones pueden ser hechas, ya ni siquiera desde perspectivas nítidas en disputa o en complemento, como sugería antes el perspectivismo, sino por la colección, reunión y atribución de sentido ex post a grupos de fragmentos difusos —perspectivos y cósicos— circunstancialmente disponibles. Los textos de este número de la revista, y esperamos que los del siguiente, son entonces una respuesta plausible, abierta y ciertamente contingente, acerca de lo que la convocatoria quiere tratar. Es escueto, como casi todo lo es en la vastedad de lo contemporáneo, pero indica consideraciones francas sobre nuestra situación actual en esta parte del globo en la que nos tocó vivir y desenvolvernos.

Trabajo editorial

Enfrentados a los tipos de textos recibidos, surgieron los primeros problemas. La revista, por cuestiones de línea editorial, exige que los artículos sean científicos, mas ¿cómo debería ser un artículo científico hoy si nuestro problema es enfrentar un desmontado mundo contemporáneo, que incluso desmonta, en parte, la cientificidad, y en el que —repetimos— estamos inmersos? Así, desarrollamos un debate interno sobre el qué y el cómo serían los artículos que nos interesaban publicar. Algunos, lamentablemente, no fueron incluidos por diversas razones, pero otros, como es el caso de la interesante conversación de Cristian Salazar Sánchez con el arquitecto boliviano Carlos Villagómez, sin ser un artículo científico, stricto sensu, fue aprobado para una nueva sección de Limaq, una especialmente destinada a entrevistas. De este modo, la primera aportación editorial —esperamos que así sea— es lo que podríamos considerar, una digresión contemporánea de literacidad con alcance estructural: la generación indirecta de una nueva sección en la revista Limaq dedicada a la entrevista como género escritural de interés científico.

Una segunda aportación editorial estructural vendría a ser la inclusión de un post scriptum, un texto de ligamento que enlaza los números 13 y 14. Se trata de un texto puente que cierra el número 13, que refrenda y continúa la convocatoria inicial, y que concluye en la editorial del número 14. Como se puede advertir, esto tiene por propósito, a partir de lo recibido en el número 13, rediscutir la convocatoria original, aunque con una perspectiva y narración ampliada.

En similar dirección, buscamos preservar los abordajes más abiertos y, en lo posible, las perspectivas ensayísticas, aunque reconocemos que esto fue difícil, entre otras cosas, porque el ensayo, hoy en día, ha visto mermado severamente su prestigio científico en los circuitos académicos imperantes. Se lo ha sustituido —sin medir consecuencias— por el paper. Esto es también una consecuencia de la contemporaneidad que incide en nuestro ámbito académico y hábitos que, dominados por las ciencias exactas, nos reducen de muchas formas. Nos aminora todavía más en una academia actual que, amoldada por el corsé de los datos —y que aspira a una comprensión más exhaustiva y precisa de la realidad—, paradójicamente, empuja a esta última a horizontes cada vez más lejanos, inasibles pero plausibles. En la otra acera, los artículos aquí ofrecidos muestran una visión más libre, siempre fundada, por supuesto; pero con una sensibilidad más cercana al problema que a la solución, que es, al fin y al cabo, la dimensión de lo plausible. En ese voluble e inestable escenario, este número arremete entonces en esa dirección, la de lo que es plausible.

Concomitantemente, los artículos ante nuestros ojos no tienen necesariamente, entonces, un orden dado de lectura. Al menos no un orden a priori que supere el arbitrio del orden alfabético o el de llegada. El número puede ser entonces leído —y releído— tal como haríamos con Rayuela de Julio Cortázar o con La nueva novela de Juan Luis Martínez, en una secuencia no necesariamente ordinal; quizá sería como una modesta versión académica de los Cien mil millones de poemas de Raymond Queneau. Por tal (ir)razón, ofrecemos los textos siguiendo el estricto (y arbitrario) orden de llegada, o sea, el número es el sedimento exacto de cómo se enviaron los artículos en el tiempo.

Tres rutas posibles

Con todo —y quizá halados por la tentadora curaduría imperativa convencional—, sugerimos, por ejemplo, pensar algunos temas que pueden encarrilar una lectura posible del presente número.

Uno de ellos, que aquí aparece en primer lugar, es el de las demandas contemporáneas. Las demandas —aquí entendidas desde una óptica polisémica, esto es, como una exigencia, una petición y una búsqueda— pueden surgir de varios puntos de nuestra convocatoria, como podrían ser los de la inteligencia, los valores, la cognición, las narrativas o, incluso, los desafíos. En esa llave interpretativa —término de gusto académico, pero útil aquí—, se podrían leer los artículos de Andréa de Oliveira Tourinho y Marly Rodrigues, “El derecho a la memoria como derecho a la ciudad en Brasil”, y de Jonathan Hernández Omaña, Liliana Romero Guzmán y Esteban de Jesús Jiménez García, “Accesibilidad y diseño inclusivo contemporáneo desde el ámbito local y la importancia de la integración de valores universales al proyecto arquitectónico”.

Otra senda o huella trazable sería la de las interpretaciones contemporáneas. Estas son entendidas, dentro del campo de las narrativas, como una modalidad construida para, mínimamente, consolidar algún suelo estable donde pisar, después del vendaval de las falsas verdades o de la ausencia de verdades. En esta senda emergen también de varios puntos de la convocatoria: los valores —o la falta de ellos—, los códigos —aceptados o contestados—, la cognición —lo que somos capaces de pensar, pero, sobre todo, lo que somos capaces de entender y de aceptar—, las premisas —esto es, el suelo donde nos apoyamos para hablar—, y principalmente los problemas que se suceden de la fragilidad del tripié historia-teoría-crítica. En esta llave podrían estar los textos de Taís Ossani y Ruth Verde Zein, “El movimiento gráfico del tiempo narrativo y el diseño diverso del contenido posicionado por los autores”, y el de Amadeo Gatti Galdino y Guilherme Teixeira Wisnik, “Niemeyer in the desert: presences of the russian avant-garde in the Ibirapuera Park”.

Pero todavía podríamos encaminarnos por los abordajes contemporáneos. Abordaje es un término complicado, claro, no podía ser para menos. Significa muchas cosas: aproximación, planeamiento y emprendimiento; sin embargo, en su acepción náutica hace referencia a una embarcación que se choca con otra, o a un pasajero que sube a un navío y deja tierra firme, o viceversa, del mismo pasajero —u otro— que toma puerto, esto es, que abandona la inestabilidad del navío y se afinca en tierra firme. Los abordajes están también sugeridos en la convocatoria a través de las fragilidades —y de los grupos fragilizados—, de las panaceas —como la globalización o lo local—, de lo universal o de lo particular —lo que inventamos y desde dónde lo hacemos—, del sentido de las cosas —o de la falta de sentido—, de las necesidades
—sociales, culturales, económicas— y de lo que somos capaces de entender del mundo —cómo lo representamos y cómo nos representamos—. Aquí cabrían los artículos de Guilherme Teixeira Wisnik y Paula Marujo Ibrahim, “Hacer visible: la contribución de la arquitectura forense para la lectura de los eventos contemporáneos y la experiencia latinoamericana”, el de Nathalia de Oliva Silva y Eneida de Almeida, “La emancipación femenina en las acciones autogestionarias de los movimientos por la vivienda: la experiencia del Mutirão Paulo Freire”, y el de Silvia Maciel Savio Chataignier, “El flujo de ideas entre proyectos subterráneos: estudio comparado de la Mediateca Carré D’Art (1984), el Palacio de Bellas Artes de Lille (1992) y el Gugg Río (٢٠٠٢)”.

Agradecimientos

Por último, dentro de esa limitación existencial, el trabajo editorial encargado por Limaq fue también atenta y laboriosamente soportado por el equipo estable de la revista, quienes, además, atendieron nuestras no siempre operacionales demandas, por lo que estamos llenos de gratitud. Por ello, debemos agradecer profundamente a la revista, en especial a David Ortiz Rodriguez, así como a los múltiples autores que enviaron sus textos —publicados o no—, porque aceptaron el desafío de pensar sobre lo impensable, de decir sobre gastados guijarros inefables y de encontrar, aun así, algunas vías de comprensión tangencial sobre la realidad que nos invade.

Dr. Arq. Fernando G. Vázquez Ramos
Dr. Arq. Mauricio Arnoldo Cárcamo Pino