mirando hacia adentro
Conversando con Carlos Villagómez
sobre la arquitectura boliviana
y su presencia global
looking inwards
Conversing with Carlos Villagómez about
Bolivian Architecture and Its Global Presence
Cristian salazar sánchez
Facultad de Arquitectura, Artes, Diseño y Urbanismo de la Universidad
Mayor de San Andrés, La Paz, Murillo, Bolivia
0000-0002-2184-1920
Recibido: 15 de agosto del 2023
Aprobado: 10 de diciembre del 2023
doi: https://doi.org/10.26439/limaq2024.n013.6821
Este escrito transcribe una entrevista realizada a Carlos Villagómez, arquitecto multifacético, quien podría ser uno de los últimos arquitectos de su generación, la cual ha brindado un aporte significativo al pensamiento académico en Bolivia. Se abordan tres temas centrales: la situación académica en la arquitectura boliviana, la ausencia de Bolivia en el panorama arquitectónico internacional y los métodos de enseñanza en la Facultad de Arquitectura. Villagómez reflexiona sobre el cambio en la educación arquitectónica en el tiempo y cómo la brecha entre la sociedad y los arquitectos se amplió en las últimas décadas. Critica la visión elitista de la arquitectura occidental y promueve una comprensión cultural de la arquitectura. Destaca la importancia de valorar la riqueza arquitectónica boliviana y su potencial creativo. También subraya la necesidad de reconsiderar métodos educativos y adaptarse a la realidad compleja de un país donde el mestizaje cultural está en entredicho.
academia, educación, mestizaje, pluricultural, sociedad
This piece transcribes an interview with Carlos Villagómez, a multifaceted architect and one of the last of a generation that contributed significantly to academic thought in Bolivia. The conversation addresses three central issues: the state of academia in Bolivian architecture, Bolivia’s absence in the international architectural scene, and teaching methods in the Faculty of Architecture at the Universidad Mayor de San Andrés. Villagómez reflects on the changes in the teaching of architecture over time and how the gap between society and architects has widened in recent decades. He criticizes the elitist view of Western architecture and promotes a cultural understanding of architecture. He highlights the importance of valuing Bolivian architectural richness and its creative potential. He also underscores the need to reconsider educational methods and adapt to the complex reality of a country where cultural crossbreeding is in question.
academy, education, miscegenation, multiculturalism, society
Este es un artículo de acceso abierto, distribuido bajo los términos de la licencia Creative Commons Attribution 4.0 International (CC BY 4.0).
El presente escrito corresponde a la transcripción de la entrevista realizada al arquitecto boliviano Carlos Villagómez en su domicilio en la zona de San Jorge, La Paz, el pasado 30 de mayo del 2023. El propósito de este texto es indagar sobre algunos temas que me parecen importantes reflexionar. Por un lado, se realiza una revisión general sobre cómo nos encontramos académicamente como arquitectos, de modo que aprovechamos la experiencia y la vigencia profesional del arquitecto Villagómez. Por otro lado, se reflexiona sobre las razones por las cuales Bolivia aún no aparece en el panorama latinoamericano de la arquitectura como lo hicieron todos los países de la región, incluso los que se parecen mucho a Bolivia en términos de desarrollo económico. El registro original ha sido transcrito con la mayor precisión posible, y solo ha sido modificado con supervisión y aprobación del entrevistado en aspectos menores, en función de eliminar titubeos, muletillas y otros errores de forma, inherentes a la charla, y que pudieran dificultar la fluidez en la lectura de este escrito.
A manera de una breve biografía de mi entrevistado, podríamos decir que la vida profesional del arquitecto boliviano Carlos Villagómez ha estado marcada por su multifacética carrera como arquitecto, artista, ensayista, docente y diseñador, entre otros oficios. Nació en La Paz, Bolivia, en 1952, y se graduó en Arquitectura de la Universidad Mayor de San Andrés, estudió Arte Urbano en la Escuela Nacional de Artes Plásticas —actual Facultad de Artes y Diseño— de la Universidad Nacional Autónoma de México en 1979, y obtuvo su Maestría en Tecnología en la Faculteit van de Toegepaste Wetenschappen (Facultad de Ciencias Aplicadas) en la Universidad Libre de Bruselas, en Bélgica, en 1983. Su visión de la arquitectura va más allá de la creación de edificios, puesto que entiende su rol como actor cultural fundamental en la sociedad.
Villagómez ha destacado en conferencias, donde ha impartido su conocimiento en universidades, colegios de arquitectos y bienales en diversas ciudades de Latinoamérica. Podríamos decir que su enfoque arquitectónico ha ido evolucionando a lo largo de su carrera y ha atravesado facetas estéticas variadas de una calidad indudable en cada una de sus obras.
Además de su labor como consultor en proyectos culturales, Villagómez ha dejado un impacto significativo en la educación, pues ha sido docente desde 1985 en la Facultad de Arquitectura, Artes, Diseño y Urbanismo de la Universidad Mayor de San Andrés. También ha sido docente invitado en la Universidad Católica Boliviana “San Pablo” en el 2008.
Como complemento a su contribución académica a la sociedad boliviana, Villagómez ha publicado ensayos en periódicos de La Paz y editó la revista Piedra Libre. Destacan sus libros, como La Paz ha muerto: arte, arquitectura, ciudad (2004), La Paz imaginada (2007) y Ser Arquitect@. Ensayo sobre la arquitectura en La Paz Bolivia (2021). Su legado arquitectónico y cultural es innegable, pues refleja un compromiso integral con la evolución y difusión de la arquitectura en Bolivia y Latinoamérica.
ENTREVISTA
Cristian Salazar (C. S.): Estamos en la casa del arquitecto Carlos Villagómez. Por cierto, siempre he querido visitarla, se siente como entrar en una casa con un aura misteriosa que produce buenas sensaciones por la cantidad de obras artísticas que la adornan. Estoy queriendo hacer algunas preguntas, intentando que sean incómodas, pero no creo poder incomodar al arquitecto Villagómez.
Queremos hablar de muchas cosas. Siempre he tenido muchas interrogantes en la cabeza y siempre pensé que usted nos las podría contestar o al menos guiarnos por ahí. Sé que tiene muchos conocimientos porque ha estado siempre muy metido en la parte académica y la práctica profesional, y eso me parece muy interesante, en realidad, fundamental para un profesor de la carrera.
Tal vez podamos comenzar por algo que sabe muy bien. ¿Cómo ve hacia atrás la educación en arquitectura en nuestro medio en general? Haciendo una retrospectiva, ¿en qué estado estamos? Tal vez por ahí podemos arrancar.
Carlos Villagómez (C. V.): Es una pregunta que puede tener una explicación muy larga y densa, trataremos de ser concisos.
Repasando mi experiencia, empecé en la Facultad de Arquitectura en los años 69 y 70, y de ahí a la fecha ha cambiado obviamente muchísimo. Creo que el principal cambio que puedo mencionar es que la brecha entre la sociedad, los arquitectos y la formación que se da en la arquitectura se ha ampliado a niveles en que ya ahora es una situación insostenible. A pesar de que en ese momento del siglo xx —los años 60 y 70— existían ciertas verdades que eran verdades absolutas, teníamos que ser modernos. Le Corbusier era el semidiós, Mies también, y un largo etcétera. Había un convencimiento pleno en todas las facultades de arquitectura de que esa era la línea, ese era el credo a seguir. En ese momento, en la experiencia propia de la facultad en La Paz, vino la revolución universitaria a través de un régimen militar que era populista —Juan José Torres1—, y se hizo una de las primeras revoluciones en la facultad a la cabeza del arquitecto y revolucionario Lisímaco Gutiérrez2, quien venía de Chile y Cuba. Entonces, a pesar de haber tenido la voluntad de transformar la disciplina en servicio a la sociedad, siempre existió en el contexto académico un convencimiento pleno de la modernidad arquitectónica. Sin embargo, a partir de ese entonces hasta ahora, simplificando ese arco de tiempo, la sociedad boliviana —que esto viene desde el 523, pero que se ha ido marcando durante todas las décadas siguientes— empezó a vivir su verdadero rol de una sociedad pluricultural, pluri, multi, en todo sentido, y que se ha establecido legalmente con la nueva constitución del Estado plurinacional4.
Y es un proceso que lo experimenté. Un proceso en el que, en ese momento, las clases populares todavía no tenían el rol protagónico que, poco a poco, han empezado a tener en la sociedad, y que en este siglo definitivamente no solo tomaron el poder político, sino también el poder cultural, y ni que se diga del poder económico. Eso lo mencioné en un texto: “La sociedad popular, las clases emergentes tomaron esas tres áreas del poder y empezaron a marcar los ritmos”. Esto es indiscutible. Dentro de poco, vamos a estar en la fiesta del Gran Poder5 nuevamente. Y el copamiento popular del poder político, el poder económico y el poder cultural de una sociedad andina, como la nuestra, es pleno. El gremio y la academia deben entender esta realidad y, por el momento, no lo quieren hacer. La academia sigue pensando que la luz, la verdad, el camino y la vida es esa arquitectura que correspondía a esos paradigmas de los años 70 y 60, donde existía el convencimiento modernista. La verdad es que en todo este proceso lo único que sí se ha agrandado es esa brecha. No queremos realmente entender hasta ahora que eso se tiene que revisar en algún momento para ver de qué forma la academia se puede adecuar a estos tiempos tan complejos en una sociedad tan compleja como la boliviana y la paceña. A pesar de que somos y formamos parte del mismo continente, es muy particular por muchas razones de las que después podemos hablar.
Entonces, creo que en el momento actual la academia y las facultades de arquitectura no están sintonizando, y esa falta de sintonía no solamente es una cuestión local, sino ya es una falta de sintonía global. Todas las universidades se están preguntando cómo nos adecuamos a estos tiempos. Y más allá de estas condiciones de base que son condicionantes estructurales socioeconómicas y culturales, que siempre me encanta mencionar, se nos viene el problema de la revolución tecnológica y digital.
Por tanto, son aspectos que sí los he vivido —y estamos hablando de medio siglo—, que han pasado de una manera avasalladora, sin pedir permiso; y cada vez ha requerido ponernos a tono con todas las cosas que suceden. De ahí es que salgo del pensamiento estrictamente arquitectónico y me sumerjo en otros temas que pueden ser sociales, de imagen o incluso literarios, para poder realmente sostenerme en estas transformaciones de medio siglo. Pienso que tiene que existir una toma de conciencia, pero inmediata, para poder revertir esa enorme brecha.
Ya no significamos nada para la sociedad, entre nosotros la pasamos bomba, entre nosotros nos divertimos, empezamos a compartir nuestras ideas de diseño, de otras teorías arquitectónicas. Pero con la sociedad no. Y la patada final la dio Mamani Silvestre6, él pateó
el tablero.
C. S.: Uno de los motivos por el que estoy aquí es que cuando volví de Barcelona de, según yo, aprender arquitectura —la catequesis arquitectónica—, había visto la arquitectura moderna española y los edificios que soñaba estudiar de Mies van der Rohe, entre otros, y me encontré al final de mis estudios que cuando debía escoger el tema de mi tesis solo me quedaban edificios modernos desarrollados en Latinoamérica —de una calidad indiscutible—, pero entre mis opciones a desarrollar no había edificios de Bolivia.
Después de un tiempo ejerciendo en mi país, me di cuenta de que nosotros no nos habíamos desarrollado arquitectónicamente como país. Los paraguayos tenían a Solano Benítez7 dando vueltas por el mundo e incluso dejando una escuela por detrás. Y nosotros aún no lo estábamos haciendo.
Me empecé a cuestionar si lo que estaba enseñando en la facultad era lo correcto. Si eso de la intelección visual y el método de la reconstrucción, que me había dado buenos resultados en la facultad, estaba bien. Pero cuando intentaba tener algún tipo de discusión teórica sobre estos temas nunca encontraba una respuesta, salvo algún intercambio de ideas muy corta con usted, en el que me dijo que la visualidad no era la única manera de aprender el oficio. Pero nada más allá de esta frase.
Entonces, esta es una oportunidad para tener su opinión sobre estos dos temas. Primero, ¿por qué no florecimos arquitectónicamente en la región? Segundo, ¿cómo ve este tema de la visualidad y la reconstrucción como método de enseñanza del oficio?
C. V.: Me estás jalando la lengua porque quisiera decir varias cosas… ¿Son tan obtusos allá? ¿En la academia española no te dejaron ver tu realidad? ¿Te dijeron que no vale la pena esa arquitectura de segunda, de tercera?
C. S.: Prácticamente, pero tomando en cuenta donde fui a estudiar creo que es entendible.
C. V.: Es que eso les encanta decir.
C. S.: En realidad, no entraba en el ámbito de la arquitectura que estábamos estudiando, por eso me permito ser tan ortodoxo, diríamos, respecto a mi manera de proyectar.
C. V.: Esa visión elitista de que esto es arquitectura y aquello no… En discusiones, una vez me dijo doña Teresa Gisbert8, que en paz descanse, una muy buena frase cuando discutíamos. Yo le hablaba de la necesidad urgente de tener una arquitectura boliviana y ella me dijo: “Pero todo lo que nos rodea es arquitectura boliviana”. Entonces yo me quedé patidifuso y dije: “Tienes razón, todo lo que nos está rodeando, todo es arquitectura boliviana, buena o mala, todo depende con el canon bajo el cual quieras medirla”. Más allá de ese comentario, empecé después a pulir todos mis argumentos y mis visiones.
Ahora, refiriéndome al tema de la reconstrucción, por ejemplo, en modernidad, no es enseñar, es amaestrar bajo un catecismo en el que se dice que este es “el camino, la verdad y la vida”. Y eso nos ha querido enchufar occidente a rajatabla. Los otros países latinoamericanos que no tienen tanta riqueza originaria cultural, que no tienen tanta disidencia cultural, como tenemos nosotros, han aceptado bajo su mestizaje cultural esas recetas y tienen unos arquitectos como Solano Benítez o como Rogelio Salmona que sí han respondido a esas condiciones de este paradigma occidental de la arquitectura. Pero ¿por qué? ¿Por qué ellos sí y nosotros no?
Si no se empieza a pensar la arquitectura desde una visión cultural —que es desde el campo donde realmente debería cuestionarse la arquitectura que defiendo—, nunca se va a dar uno cuenta de lo que pasa culturalmente hablando, o sea, la realidad de la sociedad boliviana que está descrita en esta nueva constitución, que refleja una sociedad pluricultural de la cual no hay una hegemonía de destino cultural. Una hegemonía que ocurre en otros países —bajo el mestizaje cultural—, que tiene unos grandes pensadores. Por ejemplo, mexicanos, brasileros, argentinos y chilenos sí han adoptado el mestizaje cultural como paradigma cultural y como visión unitaria de lo que hacen. Por ese mestizaje es que existen estos arquitectos a los cuales Europa o España los reconoce como tales, pero a esta sarta de cosas impresentables no las consideran. Por tanto, si se entendiera de que aquí, en estas cuestiones impresentables, hay un germen de cosas que todavía no vemos —porque somos miopes de alguna manera de lo vio Mamani Silvestre—, entonces sí realmente nos vamos a entender. Y no tenemos destino cultural bajo el mestizaje a la manera latinoamericana. Lo dijo brillantemente Javier Sanjinés en su libro El espejismo del mestizaje (2005), que siempre lo cito en toda reunión y en toda conferencia. Es un libro que deberían leer todos los arquitectos, porque la cuestión del mestizaje en Bolivia está en entredicho, está en discusión. Lo más hermoso de pertenecer a una sociedad pluricultural es que todo el tiempo estás en esa tensión intelectual. Gracias a Dios tenemos esta situación, porque esto, si se entiende bien, va a poner en la efervescencia toda la potencialidad creativa que podemos tener. Es cuestión de que realmente caigan ciertos velos y te des cuenta de esta situación. Lo que se puede hacer bajo esta pluriculturalidad en términos de representaciones arquitectónicas visibles es potencialmente impresionante.
C. S.: No tengo duda.
C. V.: Y parte de eso, hablando de la señales que te decía hace poco, ha sucedido en la actual bienal de Venecia que está curada por Lesley Lokko, a quien admiro notablemente, porque ha premiado a Demas Nwoko9, que es un arquitecto y artista nigeriano que hace una arquitectura más fea que nuestras impresentables obras, y le ha dado en esta bienal de Venecia 2023 el premio a la trayectoria, como queriendo dar una señal a todo el mundo, sobre todo a occidente, y decirles: “De esto se trata”. A partir de ahora “de esto se trata” y no de estos otros modelos.
Cuando ves esa arquitectura de Demas Nwoko, dices: “Nosotros en las pendientes tenemos cosas más bonitas, ¿no? Entonces todo se puede reducir. Y en ello insisto mucho: a tener, a juzgar y a hacer arquitectura bajo una visión cultural obviamente descolonizadora y descentradora. Porque ya no existen los centros, estamos en un mundo multipolar. Entonces, bajo nuestras condiciones, ¿qué se puede hacer? Aceptemos o no aceptemos, lo hizo Mamani Silvestre, solo que Mamani Silvestre no tiene los recursos teóricos e intelectuales para poder explicarlo. No los tiene porque realmente lo hace de una manera instintiva, motriz.
C. S.: Bueno, ahora que lo veo, haciendo una retrospectiva, debo decir, en honor a la verdad, que cuando salí del país para realizar mis estudios en Barcelona, yo tenía decidido aprender los criterios que regían la arquitectura moderna. Después de una búsqueda exhaustiva, me encontré con un máster de mucho prestigio en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (ETSAB), dirigido por Helio Piñón10, que justamente abordaba este tema desde hacía ya algunas décadas. Naturalmente el resultado de mis estudios fue una investigación que pretende poner en valor la arquitectura latinoamericana de raigambre moderna. Sin embargo, en este proceso, desarrollé mi capacidad de juicio —que fue mi objetivo principal— y aprendí a reconocer ciertos valores que el artista, o el arquitecto en este caso, coloca en su obra y que no son perceptibles sino a través de un trabajo de cultivar la mirada.
Agradecerle por el tiempo y por recibirme en su casa el día de hoy. Fue una charla muy enriquecedora y me llevo muchas respuestas, pero al mismo tiempo se abren más preguntas sobre las que podríamos hablar en otra ocasión.
C. V.: Por supuesto, eres bienvenido en cualquier ocasión, hasta la próxima.
CONSIDERACIONES FINALES SOBRE EL ENTREVISTADO
Al principio, conversamos sobre la actualidad de la academia boliviana en relación con la arquitectura. Podríamos concluir después de escuchar la experiencia de nuestro entrevistado que en el oficio de arquitecto se han suscitado varios cambios. Por un lado, ya no existe un entendimiento de que debemos seguir ciertos cánones o paradigmas. Por otro lado, que la brecha entre sociedad y arquitectos, definitivamente, se amplió demasiado y debemos trabajar para tomar consciencia de aquello.
Con respecto a las razones por las cuales aún no salimos al mundo con nuestra arquitectura, Villagómez nos indica que aún no somos capaces de explotar nuestra riqueza cultural y nos sugiere mirar lo que ocurre en la actualidad en otros lugares del mundo. De esta forma, nos trae a colación el nombre de Demas Nwoko, quien vive una realidad arquitectónica muy cercana a la nuestra y fue premiado recientemente en la bienal de Venecia, lo que nos brinda un sutil pero potente mensaje.
Quisiera agradecer nuevamente por esta entrevista, en la que me sentí muy bien acompañado por el arte que nos rodea. Por citar algunos ejemplos puedo mencionar que el arquitecto Villagómez tiene algunas obras de Gil Imaná, Gastón Ugalde, Juan Rimsa, Fernando de Szyszlo y hasta una pintura original del mismo Le Corbusier. Podríamos hablar durante horas de la extensa biblioteca que tiene en su despacho, o de los cuadernos de bocetos con los que se podría armar fácilmente una exposición, pero eso dejémoslo para otra ocasión.
1 Juan José Torres (Cochabamba, Bolivia, 5 de marzo de 1920-San Andrés de Giles, Argentina, 2 de junio de 1976), conocido popularmente como J. J. Torres, fue un militar y político boliviano, que se desempeñó como el quincuagésimo presidente de Bolivia desde el 7 de octubre de 1970 hasta el 21 de agosto de 1971.
2 Lisímaco Gutiérrez Torres (La Paz, Bolivia, 1930-1972) fue un arquitecto boliviano, formado en Chile, quien, en su corto paso por su natal Bolivia, influyó en el pensamiento revolucionario de la Facultad de Arquitectura de La Paz.
3 La revolución de 1952 en Bolivia fue un punto de inflexión histórico que marcó el fin de décadas de opresión y desigualdad. Esta revolución, liderada por una coalición de fuerzas populares, campesinas y sindicales, resultó en importantes reformas políticas, sociales y económicas que transformaron la nación y sentaron las bases para un nuevo rumbo hacia la justicia y la inclusión.
4 La nueva Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia, promulgada en 2009, introdujo una serie de cambios significativos que reflejaban un enfoque más inclusivo y diverso en la estructura gubernamental y la sociedad boliviana.
5 La fiesta del Gran Poder en La Paz-Bolivia, es una de las celebraciones religiosas más vibrantes y coloridas que fusiona lo religioso y lo folclórico, y captura la rica diversidad cultural y espiritual del país.
6 Freddy Mamani Silvestre es un arquitecto boliviano, reconocido por haber diseñado y construido una gran cantidad de edificios que algunos autores llaman “cholets” y en algunos casos se la suele llamar “nueva arquitectura andina”.
7 Solano Benítez es un arquitecto paraguayo cuya obra es reconocida a nivel mundial, ha dejado en su país una fuerte escuela que sigue su línea de diseño.
8 Teresa Gisbert fue una influyente arquitecta boliviana, docente, historiadora, investigadora y restauradora, que ha contribuido significativamente al estudio y la preservación del patrimonio cultural. Su enfoque en la conservación de edificios históricos y su compromiso con la investigación histórica han sido fundamentales para la comprensión y valoración de la arquitectura tradicional en Bolivia.
9 Demas Nwoko es un arquitecto y artista plástico de origen nigeriano, quien incorpora en su obra temas africanos y técnicas contemporáneas.
10 Helio Piñón es un arquitecto y docente español, autor de más de una veintena de libros cuyo eje teórico es el sentido estético y la vigencia de la arquitectura moderna.