HACER VISIBLE: LA CONTRIBUCIÓN
DE LA ARQUITECTURA FORENSE PARA
LA LECTURA DE LOS EVENTOS CONTEMPORÁNEOS
Y LA EXPERIENCIA LATINOAMERICANA

to render VISIBLE: THE CONTRIBUTION OF FORENSIC
ARCHITECTURE TO THE READING OF CONTEMPORARY EVENTS
AND THE LATIN AMERICAN EXPERIENCE

GUILHERME WISNIK

Departamento de História da Arquitetura e Estética do Projeto,

Faculdade de Arquitetura e Urbanismo, Universidade de São Paulo, Brasil

0000-0002-4416-6171

PAULA MARUJO

Faculdade de Arquitetura e Urbanismo,

Universidade de São Paulo, Brasil

0009-0003-5079-4531

Recibido: 14 de agosto del 2023
Aprobado: 5 de diciembre del 2023

doi: https://doi.org/10.26439/limaq2024.n013.6582

Este artículo busca analizar la actuación de la agencia Forensic Architecture y comprender cómo la arquitectura puede ser una herramienta importante para la lectura de los eventos contemporáneos, y cómo esta práctica se inserta en el territorio latinoamericano. Para lograrlo, se presenta el marco teórico desde el cual el grupo se forma, respaldado por la tesis del nevoeiro (‘niebla’) de Guilherme Wisnik y la cuestión de la verdad, la imagen y la vigilancia en la contemporaneidad. A través de un análisis teórico y estudio de casos, se busca definir la arquitectura forense como una metodología capaz de navegar a través de la niebla contemporánea y tener una acción efectiva mediante la creación de una nueva epistemología que conecta diversas áreas de conocimiento para combatir la violencia de Estado. Finalmente, se examinan los nuevos lenguajes de la arquitectura forense en América Latina, con la apertura de nuevas agencias que sitúan la práctica desde otras necesidades y perspectivas.

arquitectura forense, estética, imagen, vigilancia, violencial

This article analyzes the work of the Forensic Architecture agency to understand how architecture can be a crucial tool for interpreting contemporary events and how this practice integrates into the Latin American context. To achieve this, it presents the theoretical framework at the basis of the group's work, supported by Guilherme Wisnik's concept of nevoeiro (fog) and the issues of truth, image, and surveillance in contemporary society. Through theoretical analysis and case studies, the article seeks to define forensic architecture as a methodology capable of navigating through the contemporary fog and taking effective action by creating a new epistemology that connects various areas of knowledge to counter state violence. Finally, it examines the emerging languages of forensic architecture in Latin America, with the emergence of new agencies that approach the practice from different needs and perspectives.

forensic architecture, aesthetics, image, vigilance, violence

Este es un artículo de acceso abierto, distribuido bajo los términos de la licencia Creative Commons Attribution 4.0 International (CC BY 4.0).

INTRODUCCIÓN Y PRESENTACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN

La arquitectura forense (AF) es un campo de conocimiento del cual surge Forensic Architecture (FA), una agencia de investigación con sede en la Universidad de Goldsmiths en Londres. Fue fundada en 2010 por un grupo de doctorandos, investigadores y artistas, bajo la coordinación del arquitecto y profesor israelí Eyal Weizman, director e investigador principal de la agencia. Utilizando la arquitectura como metodología, el grupo investiga casos de crímenes estatales y corporativos, violencia política y violaciones de derechos humanos, en contextos urbanos y ambientales.

La agencia está compuesta por arquitectos, diseñadores, artistas visuales, cineastas, programadores y colabora con diversos profesionales, según el caso de investigación. A través de la creación de una estética investigativa y métodos de análisis espacial, buscan demostrar cómo se construyen lenguajes visuales de poder y violencia —tecnológica, arquitectónica y estéticamente—, y cómo estos pueden ser desarticulados, lo que genera formas de resistencia y oposición a diversas formas de autoridad. Su objetivo es invertir la lógica forense tradicional y utilizarla para investigar al propio Estado, lo cual define su práctica como contraforense (Weizman, 2017).

Para la AF, la arquitectura es, alternadamente, el objeto de estudio, el método de investigación y la forma de presentación de los resultados encontrados (Weizman, 2017). El enfoque radica en hacer visibles elementos difusos o difícilmente detectables por el ojo humano, e investigar el espacio construido, el medio ambiente y sus elementos como sensores, que pueden capturar eventos y registrarlos en su superficie. Luego, se analizan estos registros y se presentan los resultados en modelos digitales 3D navegables que funcionan como dispositivos ópticos e interpretativos, que examinan las relaciones entre evidencias a través de la sincronización entre ellas.

En una sociedad permeada por el avance de tecnologías de vigilancia, por la proliferación mediática, por la problemática de las fake news y por el surgimiento de nuevas formas de poder y control que actúan de manera sistémica, la verdad es un campo de batalla, y la visualización espacial de la violencia se vuelve cada vez más importante para comprender su dimensión y consecuencias. Por ello, los métodos de FA resultan pertinentes para la investigación de conflictos contemporáneos, pues contribuyen a la construcción de un nuevo formato analítico que transita entre diferentes áreas de conocimiento. De este modo, tensionan y entrecruzan sus límites de actuación, posibilitan una construcción de conocimiento desde una poliperspectiva y el surgimiento de otras narrativas contrahegemónicas y decoloniales, y, finalmente, permiten la expansión y transformación del uso de la arquitectura como mecanismo de investigación, en defensa de los derechos humanos y ambientales.

Después de 13 años de formación, profundización de la teoría, desarrollo de la práctica y nuevas metodologías, así como la capacitación de profesionales e investigadores, la AF está pasando actualmente por un proceso de difusión de su metodología y expansión de su práctica. Ello queda representado principalmente por la diseminación de métodos de análisis, la apertura de procesos investigativos y el surgimiento de nuevas agencias de investigación en todo el mundo.

La “atomización” de FA es un proceso inevitable y positivo para el campo, que, al expandirse a otros territorios, comunidades, contextos políticos, sociales y económicos, crea inevitablemente nuevos lenguajes, nuevas formas de investigar y de socializar y presentar investigaciones, en nuevos foros, desde el contexto, necesidades
y recursos locales (E. Mendoza, comunicación personal, 31 de
mayo de 2023).

Este artículo buscará comprender el contexto en el que surge y se inserta FA, las demandas de un nuevo campo de conocimiento e investigación a partir de la arquitectura y sus principales contribuciones. A través del análisis de una investigación sobre violaciones de derechos humanos y ambientales en Brasil, también pretende examinar sus métodos
de análisis y enfoques teóricos e investigativos, así como nuevas iniciativas que se desarrollan a partir de este escenario, que se sitúan desde otras perspectivas y necesidades, y, con esto, crean nuevas metodologías y lenguajes que se incorporan al campo de conocimiento y práctica de la AF.

DESCRIPCIÓN DE LA PROBLEMÁTICA

La mediación de la relación humana a través de imágenes es un tema ampliamente explorado por varios teóricos desde la llegada de la fotografía en el siglo xix, y gana nuevas perspectivas con el avance de las tecnologías de información y vigilancia. El aumento del campo visual contemporáneo resultante de estos avances engendra hoy una serie de transformaciones sociales importantes, que crean nuevas políticas de la imagen y de la mirada que rigen gran parte de las interacciones y relaciones humanas. En O que vemos, o que nos olha (‘Lo que vemos, lo que nos mira’), el filósofo e historiador de arte francés Georges Didi-Huberman sostiene que ver es una operación del individuo que establece una relación entre quien mira y aquello que es mirado (Didi-Huberman, 1998). Casi treinta años después de la publicación de la obra, es posible percibir que esta relación se da de manera cada vez más asimétrica, pues hay un verdadero abismo entre los mecanismos a través de los cuales vemos y somos vistos.

Hoy en día, la sociedad de la información hipervisible1 nos ofrece una promesa de nitidez a través de un flujo ininterrumpido de datos, imágenes y noticias en una escala nunca antes experimentada. Logramos penetrar profundamente lo que miramos, tan profundamente que acabamos perdiendo nuestro sentido de referencia. Inmersos en esta neblina producida por el exceso de estímulos generados por el aparataje contemporáneo y constantemente vigilados por cámaras, teléfonos celulares y algoritmos, nuestra capacidad cognitiva de referencia en relación con el entorno y de distanciamiento crítico se embotan, lo que facilita así la pérdida de la capacidad de lectura, posicionamiento y respuesta ante lo que vemos (Wisnik, 2018). De esta manera, el abismo entre las formas de ver y ser visto está impregnado por una gran niebla (Wisnik, 2018) que se hace densa en la transición de lo moderno a lo contemporáneo.

Esta condición contemporánea de hiperconectividad (Wisnik, 2018) puede ser pensada a partir del concepto de rizoma de Deleuze y Guattari (1995), una suma de factores y estímulos positivos que se superponen constantemente en una lógica de red, como las complejas superposiciones de capas en un cuadro cubista, o por el hiperespacio de Fredric Jameson (1997), que parte del supuesto de que los cambios ocurridos en el espacio posmoderno del capitalismo tardío se reflejan en la creación de un territorio que ya no puede ser habitado físicamente, lo que provoca un “aplanamiento perceptivo” (Wisnik, 2018, p. 203) del sujeto en relación con su entorno. Así, se pierde la capacidad de mapearse cognitivamente (Jameson, 1997), ya que nos encontramos ante un cambio espacial que no se produce a la misma velocidad que los cambios subjetivos (Wisnik, 2018).

En el mismo sentido, Eyal Weizman, arquitecto, profesor, fundador y director de FA, entiende que vivimos en un mundo hiperestetizado2, en el que la cuestión estética se ha vuelto demasiado intensa para la condición humana. El cerebro humano no es capaz de comprender la inmensidad de material mediático en circulación y, consecuentemente, no puede darle sentido. Weizman llama a esta condición hiperestesia, definida como un trastorno neurológico que provoca una sensibilidad excesiva de un sentido u órgano ante cualquier estímulo (Fuller & Weizman, 2021).

Como una película fotográfica que, si se expone a la luz, en lugar de registrar la información acaba por borrarla, la hiperestesia, en diálogo con el concepto de la niebla, es una condición derivada de las ruinas de la percepción, un momento de crisis, permeada por fuerzas políticas que usan la falta de referenciación como una oportunidad para captar discursos, inflamar discusiones y difundir noticias falsas. Ello problematiza aún más la cuestión de la verdad en la contemporaneidad (Fuller & Weizman, 2021).

Más allá de la imagen que vemos, existe también la imagen que nos ve. Vivimos en un mundo constantemente mapeado y vigilado. Las herramientas digitales, hoy inseparables de la rutina pública y privada de cualquier individuo, al mismo tiempo que facilitan muchas de nuestras actividades diarias, también vigilan datos y movimientos de sus usuarios. Esta condición produce un escenario en el que nuestras relaciones con el mundo están mediadas por imágenes invisibles, que se comunican entre sí, pero que no son visibles para nosotros. De esta forma, el mundo en el que vivimos no es solamente producido por máquinas, sino también “operado por redes que están muy distantes de nuestra percepción —y más aún de nuestro control” (Foster, 2021, p. 151).

En esta nueva dimensión estética y cognitiva, la imagen se ha convertido en un campo de disputas. Es al mismo tiempo un dispositivo de vigilancia, una mercancía, forma de producción y comunicación, y un medio por el cual se ejerce el poder y el control. Por lo tanto, releyendo a Didi-Huberman (1998), si ya no podemos ver las imágenes, y no somos capaces de entender y mucho menos controlar lo que nos mira, ¿cómo reposicionarnos frente a este dominio estético opresor contemporáneo de las imágenes que se nos presentan? ¿Cómo podemos desvelar las capas y regular el brillo de las pantallas (Wisnik, 2018)? ¿Cómo aprender a ver y pensar como máquinas en este nuevo orden digital?

Junto a FA, Eyal Weizman cree en el poder de desarticular las imágenes como forma de desestructurar los lenguajes visuales del poder, lo que asume un camino político. Weizman no cree en vencer estos mecanismos de vigilancia y control, sino que, por el contrario, busca apropiarse de ellos para actuar en defensa de los derechos humanos. Él entiende que, en los conflictos contemporáneos, tanto la violencia como su investigación son prácticas imagéticas, y defiende la idea de que necesitamos habitar las imágenes (Weizman, 2017), y lo hace a través de la arquitectura.

En el trabajo realizado por la agencia, la arquitectura funciona como una herramienta contemporánea para hacer visible, para permitir ver las imágenes y, a través de estas, poder interpretar y actuar sobre los conflictos contemporáneos de opresión estatal y violencia sistémica para la defensa civil. Si el avance de las tecnologías y el volumen de información, datos e imágenes crea otros regímenes políticos y medios de opresión, también es posible que surja un nuevo contexto investigativo de contestación y resistencia.

En otro aspecto, la necesidad de la práctica de FA surge también del hecho de que los conflictos contemporáneos son cada vez más registrados, ya sea en entornos urbanos densamente poblados o en bosques, ríos y océanos. Por lo tanto, la producción de pruebas, además de ser generada en una escala mucho mayor —tanto por civiles y activistas, como por cámaras de seguridad, imágenes de satélite y otros instrumentos de vigilancia—, se comparte ampliamente en redes sociales y plataformas digitales. Si bien esto implica una mayor complejidad en la comprensión de los eventos contemporáneos, con las herramientas adecuadas, también se amplían las formas de monitoreo (Weizman, 2020).

Por lo tanto, se puede argumentar que, en la contemporaneidad, existe una gran dificultad para referenciarse y posicionarse frente a las relaciones de poder y los procesos políticos. También se vuelve aún más complejo deconstruir discursos de negación, imágenes y verdades, ya que cada vez es más nebuloso detectar cómo estos se construyeron. Si los conflictos se convierten en un entorno mediático cada vez más denso, emerge el potencial investigativo de la arquitectura dentro del contexto de la defensa civil y la lucha contra la violación de los derechos humanos. En colaboración con otras formas de conocimiento, las habilidades espaciales de la arquitectura pueden contribuir a la organización de las formas de ver y posicionarse en la contemporaneidad. Por lo tanto, a través del trabajo del grupo, es posible entender cómo la arquitectura puede ser un instrumento potente para ver a través de la niebla, y una herramienta para que otros puedan, juntos, disipar la neblina y combatir los regímenes de violencia y opresión.

El trabajo de FA se vuelve aún más relevante en un contexto de violencia sistémica, colonial y racial presente en América Latina, y especialmente en Brasil, foco de estudio de esta investigación. Brasil es un país mundialmente conocido por sus altos índices de violencia estatal. Según el Fórum Brasileiro de Segurança Pública (FBSP, 2022), en 2020 Brasil alcanzó el mayor número de muertes en consecuencia de intervenciones policiales (MDIP) desde que el indicador pasó a ser monitoreado por la organización en 2013. En 2021, el crecimiento de casos de MDIP aumentó en 190 %. Es también significativo el índice de violencia contra activistas de derechos humanos y ambientales. Según datos recientes proporcionados por organizaciones como Global Witness (Hines, 2022) y Front Line Defenders, que monitorean crímenes contra defensores de los derechos humanos, en 2022 América Latina concentró cerca de 68 % de los asesinatos de activistas en todo el mundo. Además, se puede decir que en el contexto latinoamericano existe una zona gris de difícil visualización y definición en relación con la causalidad de actos violentos del Estado, generada principalmente por las complejas relaciones entre actores estatales y grupos paramilitares, empresarios y organizaciones criminales.

Es incuestionable el hecho de que los agentes estatales dispongan de un mejor acceso a recursos, tecnología, imágenes e información. También es evidente el gran poder de la narrativa estatal sobre las comunidades racializadas, periféricas y las poblaciones indígenas, históricamente oprimidas por el Estado. Por lo tanto, a partir de estas nociones, es posible comprender que existe una fuerza narrativa y de producción de datos y conocimiento dominante, que oprime y ejerce poder sobre otras, y que, en función de ello, reafirma su lenguaje como forma de justificar sus actos. A partir de la problemática de la desigualdad en el acceso y producción de información e imágenes, es pertinente la existencia de una capacidad investigativa y de contestación independiente, civil, que pueda confrontar y producir pruebas contra las alegaciones estatales, en defensa del derecho a la verdad, justicia y reparación.

De cierta forma, es posible afirmar que la AF tiene sus inicios en América Latina a través del desarrollo del área de la antropología forense y la importancia de la evidencia material en los procesos de reparación y justicia de transición posdictaduras militares. Este trabajo antropológico estuvo principalmente relacionado con el desarrollo de tecnologías de reconocimiento de ADN aplicadas a los restos óseos de los desaparecidos políticos, que engendró un movimiento llamado giro forense, gran influencia para el surgimiento de iniciativas como la agencia FA.

En relación a la perspectiva espacial y aplicación de evidencias arquitectónicas en el trabajo forense, la AF —como práctica y teoría— llega a Brasil principalmente mediante el trabajo de la agencia autónoma, dirigida por Paulo Tavares, arquitecto, profesor y colaborador de FA desde su formación, para sumar a un campo bien establecido de comunidades y organizaciones no-gubernamentales en defensa de los derechos humanos, monitoreo y producción de datos sobre violencia en el país. Desde entonces, ha estado expandiendo su alcance y llegando a otras organizaciones y territorios.

Una de ellas, por ejemplo, es el Centro de Antropología y Arqueología Forense de la Universidad Federal de São Paulo (CAAF/Unifesp), órgano complementario a la Unifesp y centro de estudios dedicado a la realización de investigaciones y acciones de formación en derechos humanos. El CAAF busca desarrollar un proyecto más amplio de humanitarismo forense en Brasil, con la participación de la ciencia y del ejercicio científico en la investigación de casos de violaciones de derechos humanos, influenciado, así como FA, por el giro forense. Otro grupo que está incorporando conocimientos de la AF en su trabajo es el Grupo de Estudios de los Nuevos Ilegalismos de la Universidad Federal Fluminense (GENI/UFF), laboratorio de investigación en diferentes formas de violencia estatal y corporativa para la incidencia en debates públicos e instrucción en acciones judiciales, en busca de la responsabilización y reparación.

Sin embargo, la realización y conducción de casos en Brasil y América Latina en general encuentra desafíos diferentes a los enfrentados por FA y otras agencias que trabajan desde el contexto europeo. En los próximos párrafos, se analizarán las principales metodologías y conceptos de la AF para la elucidación de su forma de actuación, así como su aplicación en el contexto brasileño para la comprensión de la trasposición de las prácticas espaciales en derechos humanos en una coyuntura sólida y desafiadora en búsqueda de justicia y reparación en el campo de los derechos humanos.

La arquitectura forense: teoría para una nueva práctica

La distinción de los métodos investigativos de FA es la realización de la práctica forense a partir de la producción y aplicación de evidencias arquitectónicas, es decir, la agencia hace uso de la arquitectura como una práctica investigativa. FA parte, por lo tanto, de una interrogación espacial y material para adentrarse en una cuestión política. Muchas veces, las investigaciones tienen su inicio con una cuestión relativa al espacio, donde las cosas están relacionadas unas con otras, y en cómo un incidente o evento es registrado en este contexto espacial.

El proceso formal de la investigación pasa por tres etapas que se relacionan entre sí: el campo, el laboratorio y el foro. El primero
es el lugar donde las evidencias son recogidas, el segundo es el espacio en el que el material es procesado y analizado, y el tercero, donde ocurre la presentación de los resultados (Weizman, 2017). A partir del hecho de una explosión, un disparo, una invasión, la ciudad comienza a registrar estos eventos, tanto en materia —en las ruinas, en el agujero dejado por una bala en la pared de una casa, una ventana o una puerta rota— como en imágenes —celulares graban, la cámara de seguridad capta imágenes, radios pasan mensajes—. Por lo tanto, las investigaciones de FA poseen una calidad estética, donde la arquitectura y el ambiente construido adquieren el carácter y uso como medio, pues son recursos que permiten comprender el contexto de determinado evento a través de las informaciones retenidas en sus mutaciones formales, que posteriormente pueden ser externalizadas y difundidas (Weizman, 2017).

Así, el campo, en el trabajo contraforense, está compuesto en su mayoría por evidencias crowdsourced3 de estos acontecimientos, es decir, materiales como vídeos, fotos y testimonios generados de forma independiente por ciudadanos, agencias de medios, instituciones de derechos humanos, o incluso cualquier individuo que haya vivido y registrado ese evento y puesto su contenido online. En este sentido, el campo no es neutral, es dinámico, definido por conflictos y violencia, y las evidencias son complejas, lo que implica que el trabajo investigativo y el procesamiento del material en el estudio se hagan de forma tal que verifiquen de diversas formas los hechos registrados.

Los registros materiales a través de vídeos e imágenes no son las únicas fuentes de evidencia con las que el grupo trabaja. En la mayoría de los casos, es necesario analizar y cruzar estos registros con diversos otros datos e informaciones, como testimonios, análisis científicos del suelo o del aire, imágenes de satélite comerciales, entre otros. De este modo, se buscan puntos de entrada posibles para la articulación de estas evidencias y el establecimiento de relaciones entre diferentes estructuras, objetos, actores e incidentes para componer una narrativa mayor que cuente la historia de lo que allí sucedió.

Además de utilizar la arquitectura como sensor y para el análisis del ambiente construido que permita la producción de evidencias, FA también utiliza la arquitectura como método de investigación para el análisis de los regímenes ópticos producidos por los conflictos contemporáneos. Para realizar una lectura de este denso ambiente imagético contemporáneo, es necesario entender la relación entre estas imágenes, construir puentes entre ellas y sincronizarlas.

Ante esta situación, FA hace uso de lo que define como complejo arquitectónico-imagético (Weizman, 2017), un método de análisis
que realiza una lectura específica de la vastedad de imágenes disponibles para poder localizarlas, componerlas en el espacio y, así, reconstruir espacialmente el incidente. De tal forma, la arquitectura y sus herramientas funcionan como un dispositivo óptico, de hacer visible, que posibilita la lectura de las imágenes a través de la construcción de modelos y facilita su visualización, así como posibilita la navegación en la escena del crimen a partir de una serie de relaciones entre
tiempo y espacio.

De esta forma, es creado un modelo espacial que permite reunir diferentes perspectivas situadas sobre lo ocurrido, las cuales identifican evidencias e informaciones, y las insertan en el espacio en cuestión. Esta espacialización de los datos resulta en la construcción de modelos tridimensionales del incidente capaces de conectar relaciones que, a priori, podrían parecer desconectadas. Por lo tanto, se trata de un modelo poliperspectivo (Fuller & Weizman, 2021), que reúne no solo diferentes perspectivas espaciales, sino también diversas metodologías, conocimientos y agentes. Es una práctica colectiva de elaboración y composición que involucra a personas que se arriesgan a grabar un incidente violento, a las víctimas de la violencia, a activistas que las defienden, a arquitectos que construyen el modelo, a especialistas que analizan las imágenes, a científicos, a abogados que defienden a las víctimas, entre muchos otros agentes, quienes forman una epistemología colaborativa (V. Telles, comunicación personal, 22 de noviembre de 2022). Así pues, para confrontar crímenes estatales y producir evidencias contra las más poderosas estructuras e instituciones de la sociedad, es necesario que la estructura evidencial sea sólida y verificable para que pueda soportar ataques y cuestionamientos (Weizman, 2022).

Los modelos arquitectónicos virtuales, además de ser una forma de análisis, también son una forma de presentar la investigación en foros jurídicos y civiles. Pueden ser más fácilmente entendidos por abogados u otros profesionales involucrados en el caso, así como por el público en general. De esta manera, un acontecimiento complejo puede ser presentado de forma intuitiva, lo cual facilita su comprensión y difusión.

Cada espacio está insertado dentro de una realidad política y social específica, lo que afecta las condiciones en las que el caso puede ser presentado y, en consecuencia, los efectos de su presentación. En este sentido, la intención del grupo es movilizar múltiples foros y actuar a través de diferentes enfoques para aumentar la sensibilidad del público y de diferentes actores sobre ese tema específico. Así, al mismo tiempo que FA es contratada por abogados para producir evidencias y presentarlas en el tribunal, o por una organización de derechos humanos que presenta un caso ante un tribunal internacional de justicia, el grupo también tiene como objetivo ocupar otros espacios y presentar las conclusiones, modelos e informes de las investigaciones en diferentes formatos, como una exposición en un museo o galería, un foro público abierto organizado junto a la comunidad afectada, o en el contexto mediático, a través de la publicación de las investigaciones en periódicos o medios de comunicación digitales, o incluso en un evento dentro del contexto académico.

Por lo tanto, es posible observar que la arquitectura y los métodos de análisis espaciales están presentes en las tres etapas investigativas del trabajo contraforense de la agencia. Más que herramientas o instrumentos de investigación, la arquitectura es el punto de partida para pensar espacialmente los eventos violentos contemporáneos, observar las transformaciones materiales registradas en la superficie del espacio físico y reflexionar sobre las relaciones entre arquitectura, derechos humanos, medios de comunicación y violencia. En este sentido, la arquitectura actúa a través de un razonamiento sistémico, como un campo articulador (S. Beltrán-García, comunicación personal, 8 de mayo de 2023) que promueve la integración de múltiples conocimientos y el establecimiento de conexiones entre saberes y actores.

METODOLOGÍA

Para comprender la aplicación y pertinencia de los métodos de análisis de la AF en casos de violaciones de derechos, con foco en América Latina, en los siguientes párrafos se presentará un breve resumen de un caso de investigación realizado por la agencia autónoma, dirigida por Paulo Tavares, sobre procesos históricos sistémicos de desposesión, eliminación y asesinatos sufridos por el pueblo A’uwẽ-Xavante en la región de la Serra do Roncador, noreste del estado de Mato Grosso, en Brasil, cometidos por el Estado, desde el Brasil colonial, intensificado en el periodo de la dictadura militar, hasta la actualidad4.

La agencia autónoma es fundada en Brasil por Paulo Tavares tras percibir la falta y la potencialidad de la exploración de la cuestión espacial en las investigaciones conducidas por la Comisión Nacional de la Verdad. Tavares, uno de los doctorandos que contribuyó a la formación de FA en Londres en su momento, fue colaborador y coordinador del área de posgrado en Goldsmiths durante muchos años. Luego, inició los trabajos en Brasil con base en la Universidad de Brasilia (UnB), a través de una agencia multidisciplinar que trabaja en la intersección entre espacio, medios y derechos, operacionalizando las herramientas del diseño como instrumentos aplicados por justicia y reparación socioespacial y ambiental (Tavares, 2014, párr. 1).

Por lo tanto, la agencia autónoma, independiente de FA, pero que también colabora con el grupo, opera en el campo de los derechos humanos y ambientales mediante el desarrollo y aplicación de herramientas de nuevos medios, como el sistema de información geográfica (SIG), cartografías de datos, inteligencia open source, teledetección, modelado y arquitectura forense. De este modo, ofrece capacidad investigativa civil y de abogacía en casos de violaciones de derechos en Brasil y América Latina para obtener justicia socioespacial.

El estudio de caso buscará analizar las herramientas utilizadas, así como su aplicación en el contexto de conflictos entre el Estado y poblaciones indígenas en Brasil, y entender qué instrumentos, estrategias y metodologías pueden hacer la violencia visible desde una perspectiva espacial y de saberes situados. Luego, comprenderá su efectividad y su potencial analítico dentro de un campo bien establecido de producción de evidencias materiales para fines de reparación de derechos humanos. Finalmente, entenderá cómo esa técnica puede articularse con el conocimiento ancestral del pueblo indígena A’uwẽ-Xavante para ser una práctica colaborativa de producción de conocimiento, que realmente sea efectiva en sus objetivos.

MEMORIA DE LA TIERRA

El caso Memória da Terra (Memoria de la Tierra), encargado por el Ministerio Público Federal como parte de una investigación civil pública, tuvo como objetivo identificar y reconocer la presencia ancestral de los Xavante en esta región, así como aportar pruebas sobre décadas de una práctica sistemática de violencia estatal contra su territorio. A través de una investigación arqueológica y forense, buscó desvelar a los sujetos borrados en los procesos violentos y revelar los monumentos y rasgos históricos dejados en la tierra, en las fotografías, imágenes de satélite e historia oral, que evidencian y testimonian el derecho al territorio y reparación del pueblo Xavante y sus descendientes por años de violaciones y lucha en esta región (Tavares, 2020).

El campo de la investigación estuvo compuesto por fotografías aéreas de las décadas de 1940 a 1970, a partir de las cuales fue posible identificar algunas aldeas importantes del territorio Xavante. Además, se realizó un extenso trabajo de campo con ancianos de este pueblo para la comprensión de las aldeas en su formato y elementos arquitectónicos característicos, lo que permitió la identificación de un patrón geométrico: el formato en arco hacia una fuente de agua, un espacio central como foro social y político, y una aldea más alejada, dedicada a los jóvenes en iniciación. Las figuras 1 al 6 ilustran el proceso de reconstrucción de una aldea Xavante en modelado 3D con base en una fotografía aérea. El modelo, posteriormente, pudo ser estudiado y utilizado para la identificación de antiguas aldeas en imágenes de satélite de la época y también más recientes.

El trabajo de modelado 3D de estas aldeas permitió definir con mayor precisión sus dimensiones y características espaciales, ya que, a partir del modelo, es posible ver la aldea y su forma desde diferentes ángulos. El siguiente paso fue el análisis de imágenes de satélite contemporáneas a la época en que se tomaron las fotos, lo que permitió el reconocimiento de inscripciones en la tierra que correspondían a la forma de las aldeas y el mapeo de los antiguos pueblos Xavante. Posteriormente, a partir de las coordenadas obtenidas por las imágenes de satélite, fue posible sincronizar los datos encontrados con la propia historia oral y memoria Xavante, y posicionar cada aldea ubicada en un complejo arqueológico Xavante, de modo que se comprobó su ocupación en esta región a través de las inscripciones grabadas en la tierra, es decir, a través de la memoria que la forma de vida Xavante grabó en el bosque. Las figuras 7 y 8 ilustran el proceso de reconocimiento e identificación de los vestigios de las antiguas aldeas en las imágenes de satélite.

Después del trabajo de laboratorio, se entendió que la mayoría de las antiguas aldeas identificadas se encontraban fuera del territorio Xavante actual. Por lo tanto, además del informe técnico de la investigación, Tavares (2020) escribió, junto al pueblo A’uwẽ-Xavante, una petición titulada Requerimento para Reconhecimento das Antigas Aldeias Xavante como Paisagem Cultural e Patrimônio Cultural e Arqueológico, submetido ao Instituto do Patrimônio Histórico e Artístico Nacional [IPHAN]. Árvores, Palmeiras, Florestas e Outros Monumentos Arquiteturais (Requerimiento para el Reconocimiento de las Antiguas Aldeas Xavante como Paisaje Cultural y Patrimonio Cultural y Arqueológico Nacional, presentado ante el Instituto del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional [IPHAN]. Árboles, Palmeras, Bosques y Otros Monumentos Arquitectónicos)5, presentada en 2022, que clasifica la formación botánica y el bosque que crece hoy en estos sitios como ruinas vivas, monumentos históricos de la memoria del pueblo A’uwẽ-Xavante, y solicita el reconocimiento del complejo arqueológico Xavante para que se “reconozcan estos sitios como bienes patrimoniales, con vistas a protegerlos y preservar la memoria del pueblo Xavante en su materialidad arqueológica, territorial y paisajística —propiamente arquitectónica” (P. Tavares, comunicación personal, 8 de septiembre 2022). En el mismo año, el IPHAN aprobó la solicitud de reconocimiento de los sitios arqueológicos de las antiguas aldeas Xavante como bien patrimonial brasileño, lo que instauró una gran victoria al caso.

CONCLUSIONES

El proceso de investigación de Memoria de la Tierra, aunque solo se resumió brevemente en este artículo, ejemplifica los métodos de análisis de la AF, así como demuestra que las características y procesos históricos locales específicos exigen la creación de otros lenguajes investigativos, más allá de la experiencia de FA desde el contexto europeo.

El trabajo realizado en el laboratorio ilustra perfectamente uno de los principales fundamentos de FA expuestos anteriormente: la noción de que la materia en transformación genera información. Es decir, las superficies, tanto construidas como terrestres e imagéticas, son sensibles a lo que ocurre a su alrededor, y son dispositivos de grabación y registro de esos acontecimientos, pues se modifican a través de ellos. Con las herramientas adecuadas, es posible captar estos signos y hacer la lectura de estos registros y datos.

En el contexto brasileño específico de violencia colonial y procesos de violencia sistémica contra pueblos originarios, una parte fundamental del instrumental necesario para este análisis fue el conocimiento ancestral de los Xavante sobre su vivienda y forma de vida en este territorio. Según se expuso, el proceso de reconocimiento de las aldeas se realizó a través de encuentros, talleres de cartografía e investigación de campo dirigidos por los propios Xavante y sus ancianos, que cargan con estos datos e información durante generaciones. Sin la resistencia epistémica (Collins, 2019) de saberes localizados (Haraway, 1995) y la interseccionalidad entre la técnica espacial e imagética y la técnica de la tierra, no sería posible identificar el complejo arqueológico Xavante y reclamar por su demarcación. En este caso, se crea un nuevo lenguaje investigativo y forma de producir conocimiento, situada y condicionada a las relaciones y formas de compartir establecidas localmente. Así, la trasposición de la práctica para un caso de violencia en Brasil demuestra cómo algunos conceptos metodológicos y teóricos deben abordarse de manera diferente dependiendo del contexto de acción.

Otra cuestión importante a destacar es el hecho de que los sitios arqueológicos Xavante, que hoy son formaciones botánicas, sean reconocidos como patrimonio arquitectónico nacional en Brasil. El diferimiento de la petición presentada al IPHAN, por lo tanto, demuestra cómo existen cuestiones específicas de la arquitectura, la cultura y la historia de la violencia colonial brasileña que pueden dar lugar a otros tipos de resultados y discusiones en los casos investigados. Por lo tanto, es importante que, para actuar en otros espacios, la AF pueda crear otras formas de diálogo con el territorio en el que actúa para que pueda tejer relaciones locales con las comunidades, instituciones y áreas de conocimiento con las que se articula.

En este sentido, es necesario observar cómo las agencias de la AF brasileñas y latinoamericanas o las organizaciones que comienzan a utilizar esta metodología en sus investigaciones y estudios crearán, en los próximos años, otros lenguajes propios que consideren los desafíos existentes en cada contexto de actuación. En Brasil, como se ha visto en el caso presentado, los episodios de violencia estatal tienen raíces muy profundas. La violencia contra los pueblos originarios se remonta a siglos, y muchas veces no existen datos abundantes o pruebas crowdsourced. Incluso, con una abundancia de evidencias —principalmente casos de violencia policial que son ampliamente registrados en vídeos y fotos publicadas en redes sociales—, aún existen desafíos considerables en la movilización de estos registros para fines de justicia y reparación6. Es necesario hacer uso de recursos escasos y señales débiles, y trabajar aún más en conjunto con las comunidades afectadas. Todo esto se refleja en una cuestión de lenguaje.

Sobre la base de estas consideraciones, es, por consiguiente, determinante la producción de conocimiento y teoría de la AF a partir de pensadores y teóricos latinoamericanos y del sur global. En otros términos, no solo se debe importar la teoría de FA desde Londres, sino reescribirla a partir del punto de vista y de los procesos de violencia colonial específicos de América Latina y de experiencias situadas para que se pueda crear un marco teórico y un telón de fondo contextualizado con las cuestiones históricas enfrentadas en la región (S. Beltrán-García, comunicación personal, 8 de mayo de 2023).

En conclusión, a través del análisis teórico y del estudio de caso presentado, es posible percibir que la AF posee metodologías y recursos importantes para el análisis y comprensión de eventos violentos contemporáneos. Además, es determinante el papel de la arquitectura como un campo articulador de diversas áreas de conocimiento. También se hace evidente que, para que la AF pueda actuar en otros espacios y territorios, es necesaria una aproximación contextualizada y dirigida, y esto resulta, necesariamente, en la creación de otros lenguajes y formas de actuación que serán mejor comprendidas y establecidas a medida que las nuevas agencias y grupos que utilizan la AF como forma de investigación, aún muy recientes, se desarrollen y creen lazos y relaciones más estrechas tanto con el entorno académico y jurídico como con las comunidades afectadas.

Es importante la constatación de que el área de la AF, en Brasil y en América Latina, está en actual expansión y transformación, como un campo de conocimiento y práctica en formación que, a pesar de presentar desafíos, ya se ha mostrado efectivo en la lucha por los derechos humanos y ambientales en América Latina. Por lo tanto, es necesario analizar los próximos movimientos, proyectos e investigaciones futuras para comprender cómo se articulará el campo en los próximos años, cómo se desarrollarán la teoría, los lenguajes investigativos y las metodologías, y en qué foros tendrán más resonancia.

REFERENCIAS

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1 Jean Baudrillard (1991), en su obra Simulacros y simulación, define la hipervisibilidad como una condición impuesta por la saturación del espacio de visión debido a la hegemonía de las imágenesZZ y la consiguiente pérdida de la capacidad cognitiva para reconocer referencias

22 El concepto de hiperestética es definido por Eyal Weizman y Matthew Fuller en Investigative Aesthetics: Conflicts and Commons in the Politics of Truth (2021) como un estado de sentido estético y capacidad sensorial intensificada, resultado de la difusión de prácticas y mecanismos de vigilancia y monitoreo, que amplían las formas de sensibilización y registro de los eventos y relaciones que ocurren en el mundo.

33 Las informaciones crowdsourced son datos generados por una gran cantidad de personas, obtenidos a través del contenido disponible en internet y redes sociales.

4 La investigación completa se puede revisar en Agencia autónoma (s. f.).

5 El documento completo se puede consultar en Agencia autónoma (s. f.).

6 El caso de la Masacre de Paraisópolis, en la que nueve jóvenes murieron a causa de una acción policial en São Paulo en diciembre del 2019, tuvo una amplia repercusión en las redes sociales y los noticieros, y se difundieron públicamente varios vídeos y fotos de las agresiones. Sin embargo, el caso aún se encuentra en la fase inicial de juicio y enfrenta grandes desafíos jurídicos para la comprobación de los vínculos de causalidad entre la acción policial
y las muertes.