ACCESIBILIDAD UNIVERSAL
Y DISEÑO PARA TODOS

Patrimonio invisible

Un estudio en México con personas
de diversidad funcional visual sobre
accesibilidad al patrimonio edificado

Invisible heritage
A study in Mexico with visually impaired
people on accessibility to built heritage

Mireya Gómez Casanova

Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo

0000-0002-3610-3381

Martha Yolanda Pérez Barragán

Universidad Autónoma de San Luis Potosí

0000-0001-9665-6917

Eugenia María Azevedo Salomao

Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo

0000-0001-9236-04

Recibido: 27 de junio del 2021
Aprobado: 12 de diciembre del 2021

doi: https://doi.org/10.26439/limaq2022.n009.5255

La diversidad es una variable transversal en todos los campos, que debe ser considerada a través de la accesibilidad universal. Ni las zonas urbanas históricas ni el patrimonio edificado tienen que ser excepciones para incluir a la diversidad en su gestión. Pero ¿cómo se consolida una perspectiva de diversidad funcional en el campo cultural patrimonial? Se propone una reflexión sobre la relación que se construye entre patrimonio y sentidos a través de la experiencia de personas con limitación visual, quienes no pueden establecer una relación persona-edificio de una manera visual y recurren a otros campos perceptivos. Tal reflexión permite ampliar las posibilidades para el conocimiento del patrimonio desde el enfoque de la conservación activa, reforzando la idea de conocer para valorar y, en consecuencia, conservar. Desde este enfoque, el patrimonio es visto no como remanente del pasado, sino lleno de futuras posibilidades y, sobre todo, como una presencia actual.

accesibilidad, discapacidad visual, diversidad funcional, multisensorialidad, patrimonio

As diversity is a cross-cutting variable in all fields, it must be considered to achieve universal accessibility. Neither historic urban areas or built heritage have to be exceptions to the inclusion of diversity in their management. However, how to consolidate a functional diversity perspective in the cultural heritage field? This article proposes a reflection on the relationship between heritage and the senses through the experience of people with visual disabilities, who cannot establish a person-building relationship visually and have to resort to other perceptual sources. This reflection allows us to expand the possibilities of our knowledge of heritage from an active conservation perspective that reinforces the idea that knowledge leads to value and, consequently, to conservation. From this perspective, heritage is seen, not as a remnant of the past but as full of future possibilities and, above all, as a current presence.

accessibility, functional diversity, heritage, multisensory, visual disability

INTRODUCCIÓN

El patrimonio cultural es un componente fundamental del capital cultural de una sociedad. Toda persona tiene derechos culturales. Las características físicas, sociales, funcionales, étnicas, económicas, intelectuales o de género no deben ser causa de discriminación para el acceso al arte y la cultura. Dicho patrimonio cultural puede tratarse de bienes intangibles o tangibles, de bienes muebles o inmuebles, y toda persona, toda la diversidad humana, sin importar su condición física o sensorial, debe contar con los medios para aproximarse a esa riqueza, que constituye su legado y su identidad.

La diversidad funcional es un tipo de diversidad humana. Es un término poco utilizado en la actualidad para hacer referencia a las personas con discapacidad, pero nos ha parecido apropiado porque nos permite dejar de lado el sentido negativo de dis-capacidad para enfocar la atención en lo que la persona es y puede hacer, y no en sus limitaciones, como la dificultad física, sensorial o cognitiva (Rodríguez Díaz & Ferreira, 2010). Las personas con dificultad para ver, como parte de la diversidad funcional, orientan sus posibilidades de cognición y comprensión de su entorno a otros sentidos distintos de la vista; sin embargo, se encuentran con una realidad que está predominantemente dirigida a ese sentido, que se nutre constantemente de imágenes, de mensajes gráficos, a través de los distintos medios visuales y pantallas de todo tipo y tamaño. Esta situación de hegemonía visual complica aún más la accesibilidad para las personas con dificultad para ver.

En la gestión y difusión del patrimonio tangible, en particular, el patrimonio inmueble o edificado, también ha prevalecido esa tendencia a privilegiar el sentido de la vista. Los espacios históricos generalmente se presentan como sitios para la contemplación, como imágenes apropiadas para una postal turística. Pero la visita a un sitio histórico va mucho más allá de tomarse una foto con una escenografía excepcional; el patrimonio edificado tiene una dimensión física, pero también una dimensión de contenido.

El conocimiento basado en el sentido de la vista es limitado, y para entenderlo no hay nada como la experiencia de quienes carecen de él. En este artículo se expone una parte de un estudio de corte cualitativo realizado con personas con diferentes niveles de diversidad funcional visual en relación con el patrimonio cultural edificado. El objetivo fue conocer qué recursos podían ser más efectivos para el conocimiento del bien inmueble patrimonial, con qué obstáculos se enfrentan comúnmente y cuáles son sus preferencias sobre las formas de abordar una visita a un sitio histórico patrimonial, en el contexto mexicano y en particular en ciudades del interior del país. Parecen cuestiones sencillas, pero la realidad es que pocas veces se les ha preguntado.

LAS DIMENSIONES DEL PATRIMONIO EDIFICADO

Los espacios del patrimonio edificado se caracterizan por ser elementos aglutinantes de la comunidad, y no solo referentes de la vida pasada, sino también protagonistas de la vida cotidiana (Estepa Giménez et al., 1998). Todas las sociedades viven actualmente realidades sociales cada vez más plurales, por lo que tienen la necesidad de identificarse y de contar con elementos de cohesión que agrupen todas sus diversidades. El patrimonio edificado es un lugar de la memoria, de la identidad compartida, un símbolo de la cultura de una comunidad. Pero ¿estas son características que se revelan a simple vista? Y si una persona careciera del sentido de la vista, ¿podría percibir estas cualidades? Si los canales de percepción fueran diferentes, dada su diversidad funcional, ¿la lectura del espacio de valor patrimonial sería la misma?

Lo que diferencia a un espacio de valor patrimonial de otro que no lo es son características de tipo cualitativo. Entonces, el llamado de la fenomenología a la experiencia, que Norberg-Schulz (2000) explica como un acercamiento integral e intuitivo a los objetos y a sus aspectos cualitativos, tiene mucho sentido en este tipo de espacios. La experiencia es entendida como la vivencia y los significados otorgados a esta, que está compuesta por acontecimientos recordados e interpretados desde un componente emotivo y motivacional, y donde se entretejen afectos, sentimientos y aspectos valorativos que denotan la postura vivencial de la persona (Norberg-Schulz, 2000); de esta forma, se le otorga un sentido a lo vivido, a la experiencia vital y su acción.

Desde la fenomenología, la experiencia de la arquitectura significa habitarla y percibirla con todos los sentidos. “Cada experiencia conmovedora de la arquitectura es multisensorial; las cualidades del espacio, de la materia y de la escala se miden en partes iguales en el ojo, el oído, la piel, la lengua, el esqueleto y el músculo” (Pallasmaa, 2005, p. 41). Juhani Pallasmaa hablaba de la existencia de hasta siete sentidos y otros autores incluso de más (Pallasmaa et al., 2006). El ser humano no es solamente un espectador de los elementos arquitectónicos; el espacio se vive y se percibe de forma multisensorial, háptica y cinestésica. Martin Heidegger refiere el acto de habitar como ser-en-el mundo (como se cita en Sharr, 2007); es decir, define el espacio con relación al ser, en donde el cuerpo es un sistema sensorial a partir del cual se interactúa con él. Es, pues, a partir del cuerpo integral y sus condiciones que se da la lectura del espacio.

El espacio de valor patrimonial tiene varias dimensiones en su lectura y accesibilidad. La básica es la dimensión física, pero también se tiene una dimensión de contenido que comprende el aspecto histórico y emocional. Suele pensarse que las emociones son irrelevantes para la cognición y que constituyen una especie de “ruido” que distorsiona o interfiere con los procesos cognitivos. Sin embargo, se ha demostrado (Ferreira, 2009; Brusilovsky Filer, 2016) que las emociones no solo no son indeseables en los procesos cognitivos, sino que son componentes necesarios de la cognición.

Ruiz Zapatero (2013), al hablar de la accesibilidad a sitios arqueológicos, dice que la percepción de un sitio histórico debe llevar a la comprensión del contenido histórico y, finalmente, a la emoción. Él sostiene que, en un sitio patrimonial, no solamente se debe ver, sino también percibir, conocer y evocar. Se entiende que Ruiz Zapatero, al separar claramente las acciones de ver y percibir, adjudica a la acción de percibir un sentido integral mucho más allá de la simple visión. Por lo tanto, si acaso la acción de ver no pudiera llevarse a cabo, quedan todavía las otras acciones que son percibir, conocer y evocar, como actos cognitivos posibles en un espacio de esta naturaleza.

En los razonamientos anteriores, se identifican dos líneas principales de accesibilidad a las cuales dar atención en estos espacios patrimoniales: la accesibilidad física y la accesibilidad a contenidos. Ambas plantean retos y problemáticas complejas. La heterogeneidad del patrimonio, así como la heterogeneidad de la diversidad humana, es inmensa. Se hace necesaria la delimitación en ambos ámbitos, pues cada bien inmueble presenta sus características propias y cada diversidad humana tiene sus necesidades y formas de percibir. “Los profesionales implicados en las actuaciones de accesibilidad en patrimonio deben huir de principios y pautas comunes, siendo preciso estudiar cada caso con detenimiento” (Gómez Blázquez, 2015, p. 54).

En la accesibilidad física, sin duda, el reto es mantener el equilibrio entre las adaptaciones para la accesibilidad y la salvaguarda. El balance entre lo estético y lo funcional, entre lo que se agrega y lo que permanece, requiere tanto habilidades de diseño como conocimiento histórico del sitio (Arenghi & Treccani, 2016), además de sensibilidad frente a las necesidades de los usuarios. En ocasiones, la accesibilidad del lugar no puede ser lograda del todo con modificaciones físicas, por lo que se puede recurrir también a la accesibilidad de contenidos como una suerte de accesibilidad alternativa que implica gestión, equipamiento y recursos multisensoriales que facilitarían la comprensión y entendimiento del significado del patrimonio. Como comentan Estepa Giménez et al. (1998): “La interpretación, entendida como el método para ofrecer la comprensión y el uso activo del patrimonio, usando todo tipo de recursos de presentación y animación, ha de fundamentarse en todos los aspectos que conforman una sociedad” (p. 335).

La accesibilidad a contenidos para personas con ciertos tipos de diversidad funcional no es tan distinta a la de cualquier persona; por ejemplo, para una persona con diversidad funcional de tipo motriz, el énfasis residirá en la accesibilidad física, ya que para el contenido su condición no representa una barrera. Pero para otros, como las personas con diversidad funcional visual, el cómo transmitir esos aspectos que no se ven se convierte en una gran interrogante; la hegemonía de la vista o cultura visocentrista en la presentación, enseñanza e interpretación de la arquitectura y del patrimonio choca con las necesidades de este grupo social. Los espacios arquitectónicos patrimoniales, por su estética y valor reconocido, son generalmente objetos de contemplación, pero su riqueza es tal que puede ser percibida también por otros medios, como vemos en el ejemplo de las figuras 1 y 2.

LA HEGEMONÍA DE LA VISTA

En su libro The Eyes of the Skin (2005), Pallasmaa señala que el predominio de la vista y la supresión del resto de los sentidos han influido en la forma de pensar, enseñar y hacer crítica de la arquitectura. El autor explica cómo en gran medida la arquitectura ha sido producida, enseñada y criticada solo a través del ojo, la geometría y la composición visual, dejando de lado la comprensión experimental de la misma; por esta razón, plantea la importancia de la percepción háptica. Bárbara (2011) coincide en este aspecto:

La cultura proyectual occidental ha fundado sus bases en la centralidad de la vista sobre los otros sentidos, en términos de imagen, que dé luces, transparencia y forma. La semántica de la forma, que ha articulado el debate sobre los estilos, no ha tenido la misma presencia en el análisis a través de los sentidos. (p. 31)

Esto es, la propia historia de la arquitectura se ha basado principalmente en las características visuales. Heidegger, en su obra Construir, habitar, pensar, hizo una crítica sobre el énfasis de la apreciación visual en la arquitectura que, según sus reflexiones, tendía a disminuir la dimensión humana y la experiencia de habitar; cuestionó la concepción de la arquitectura como la producción de grandes edificios para ser contemplados y señaló la excesiva importancia de las decoraciones (como se cita en Sharr, 2007). El filósofo alemán pensó que estaba sobrevalorado el aspecto matemático, que dejaba de lado la prioridad de los sentimientos humanos y las emociones individuales, debido a la hegemonía de lo visual sobre lo emotivo. El enfoque fenomenológico surgió precisamente como reacción al enfoque de la arquitectura como objeto, en donde importaba más la geometría que cualquier cosa y la participación humana era reducida a una apreciación subjetiva, de contemplación (Norberg-Schulz, 2000).

OTRAS FORMAS DE PERCEPCIÓN

Desde la fenomenología de Norberg-Schulz y Merleau-Ponty, el concepto de percepción no es limitado a un sentido, sino a la experiencia de todo el cuerpo, que percibe con todas sus posibilidades. Si nos adherimos a esa idea, consideraremos que el cuerpo humano está orientado hacia todas las percepciones, que son la base de la conciencia y del conocimiento (Norberg-Schulz, 2000; Merleau-Ponty, 1957). Para Merleau-Ponty (1957), el esquema corporal es un todo gestáltico1: “Ya no será el simple resultado de unas asociaciones establecidas en el curso de la experiencia, sino una toma de conciencia global de mi postura en el mundo intersensorial” (p. 116).

Merleau-Ponty llamó “síntesis corporal” a los elementos que se adhieren al cuerpo como ayudas técnicas del mismo y extienden su percepción. Propuso el ejemplo precisamente de una persona ciega que hace uso de un bastón, y nos dice que el mundo para esa persona no comienza en la epidermis, sino en la punta del bastón, el cual se transforma en un instrumento con el que percibe el mundo. En contraste, en otros pasajes de su obra, sí acentuó el papel de la visión en la percepción y el conocimiento de los objetos. En general, la fenomenología fundamenta que la percepción tiene una dimensión activa y, por lo tanto, no puede ser solo visual. Heidegger decía: “Una cosa construida, como cualquier otra cosa, debe entenderse a través del tacto y la experiencia imaginativa; no como objeto aislado o separado” (como se cita en Sharr, 2007, p. 46).

Todos los sentidos son fundamentales para comprender cómo conocemos el mundo. Si una desventaja sensorial bloquea un canal de percepción, entonces, se hace uso de los demás sentidos para percibir el mundo, ya que será necesario compensar la información con los otros canales perceptivos, ya sea con la interacción en el ambiente o con elementos y dispositivos que sean capaces de proporcionar la accesibilidad adecuada.

Schiffman (1997) describe los sentidos y traza líneas teóricas sobre cómo se incorpora la información cognitiva a través de cada canal receptor del cuerpo:

El estudio sobre cada sentido, la luz en la visión, las ondas sonoras en lo auditivo, la química de los compuestos con respecto al gusto y el olfato, y la transferencia de calor en el caso del tacto, así como la fuerza gravitacional para comprender cabalmente la orientación y posición corporal en el espacio. (p. 11)

Para entender la percepción espacial en las personas con ceguera, será preciso indagar principalmente en los canales que más utilizan: la tactilidad y la audición, pero sin olvidar la concepción fenomenológica del cuerpo como un todo, en donde también el olfato, el gusto y hasta las emociones darán sus aportes. Su capacidad de percibir se da por esa mezcla de sus sentidos activos, que no perciben de forma aislada, sino a través de combinaciones sensoriales que brindan movilidad y detonan un imaginario diferente. Se suele pensar que un ciego tiene un desarrollo excepcional de sus otros sentidos (tacto, oído e incluso olfato); pero no se trata de que las personas con limitación visual tengan una facilidad automática en otros canales de percepción, sino de que el constante entrenamiento de ellos —a los que una persona vidente no les presta mucha atención— hace que su desarrollo se vuelva extraordinario en la mayoría de los casos.

El tacto es el sentido más informativo para una persona ciega. La cinestesia y el sistema háptico parten del sentido del tacto, pero tienen características particulares. La cinestesia o kinestesia es la manera como se percibe el movimiento. Según Schiffman (1997) es “percepción y movimiento de las partes del cuerpo, esto es, información sobre la postura, ubicación y movimiento en el espacio de las extremidades y entran partes móviles del esqueleto articulado” (p. 152). Por su parte, la percepción háptica se entenderá, en general, como el conjunto de percepciones no visuales y no auditivas: “La combinación de la piel y la cinestesia constituyen la base de un canal perceptual denominado sistema háptico” (Schiffman, 1997, p. 168). Este sistema implica a todo el cuerpo, está en contacto con el medioambiente a través de la piel y forma “imágenes” hápticas con las que una persona podría tal vez dar información de un espacio sin verlo. Una diferencia importante entre videntes y ciegos es la distancia: el ciego depende mucho de las manos y capta mejor el espacio cercano a su tacto; como todo su cuerpo es un receptor, no solo percibe lo que está enfrente, sino lo que está detrás; es decir, su sentido se extiende en todas sus zonas sensoriales que interactúan en el ambiente.

Cada sentido aporta diferente tipo de información. Ballesteros (2014) señala que, mientras la visión está especializada en las propiedades estructurales, el tacto lo está en las propiedades de la sustancia. Por otra parte, las formas también son importantes; Lillo Jover (1992) dice que la estrategia exploratoria a través de las manos determina en gran medida la información que la persona recibe. Millar (1997) coincide en que el tacto y el movimiento mismo del cuerpo constituyen, para una persona que ha perdido la vista, fuentes de información que sirven como referencia para la representación del espacio; sus estudios con niños ciegos le permitieron observar la incidencia de otras modalidades sensoriales sobre los procesos en la codificación del espacio.

La capacidad auditiva se vuelve también fundamental al faltar la visión. Escuchando sonidos, un ciego es capaz de orientarse incluso en espacios abiertos (Lengua et al., 2013). El espacio resuena con el sonido y responde con ecos y vibraciones que hablan de sus características: su dimensión, su forma, la presencia de objetos, de personas. Esta información es muy sutil y requiere de entrenamiento para afinarse. El lenguaje oral forma parte de los recursos auditivos que pueden proporcionar al invidente varios tipos de información. Una de las técnicas específicas es la llamada audiodescripción, que, más que una descripción, es una traducción intersemiótica que traslada el contenido de un lenguaje visual a un lenguaje oral.

APROXIMACIÓN A LA DIVERSIDAD: MATERIAL, MÉTODOS Y PERFIL DE LOS PARTICIPANTES

A través de una encuesta aplicada a personas ciegas y débiles visuales, se buscó conocer cuáles son, para ellos, los medios más adecuados para el conocimiento del patrimonio edificado, qué técnicas operativas prefieren y cuáles son los principales obstáculos con que se encuentran en estos sitios para lograr una adecuada interacción. El instrumento fue un cuestionario mixto, con preguntas, en su mayoría, de selección múltiple y dicotómicas, que se hicieron de manera directa y por medios electrónicos. La técnica de difusión fue por redes sociales y bola de nieve2. La posibilidad de participación estuvo abierta a cualquier persona que contara con las características funcionales perfiladas, sea mayor de 16 años y viva en cualquier ciudad de México. En otras palabras, se trató de un muestreo por conveniencia, en donde los sujetos fueron seleccionados por sus características y valorando su deseo de participación.

El instrumento constaba de tres partes principales. La primera recogía datos básicos, en donde se obtuvo la información del sujeto para ubicarlo de acuerdo con categorías como la edad, nivel de estudios, tipo de ceguera y lugar de residencia, entre otras. La segunda parte correspondió a una escala urbana, en donde se indagó sobre la relación de la persona y su entorno, sobre su desempeño en cuanto a movilidad y elementos que constituyen obstáculos o facilitadores; por su amplitud, se podrá profundizar en ella en otra publicación. La tercera parte, de la cual se desprende este artículo, investiga sobre la arquitectura y, en particular, sobre la relación de la persona con diversidad funcional visual y el patrimonio edificado, tomando en cuenta las posibilidades de los recursos de apreciación.

Antes de la aplicación de este cuestionario, se realizó una investigación etnográfica sobre este colectivo con el fin de lograr una inmersión inicial que facilitara la aproximación. Consistió en un acercamiento, tanto físico como virtual, a personas, familiares y organizaciones de este grupo social para observar sus formas de organización y de interacción entre ellos mismos y hacia los demás. Por ejemplo, se asistió a los foros de consulta sobre accesibilidad de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México (CNDH), se realizó la observación externa de foros de la Red Nacional de Ciegos de México, se observó la interacción en diversas comunidades virtuales relacionadas como la de Madres de Niños y Jóvenes Ciegos, o la Asociación de Estudiantes Invidentes, por mencionar solo algunas.

Un lema que es estandarte del colectivo de personas con alguna desventaja físico-sensorial es “Nada de nosotros sin nosotros”, de tal manera que la investigación que abone a una mejor comprensión de sus necesidades y formas de percepción se considera un ejercicio de participación social incluyente, necesario para cualquier proyecto o planeación que involucre a este colectivo. La empatía surge en la aproximación al otro, surge del conocimiento de lo diverso, de perder el miedo a imaginarse a uno mismo en la posición de otro. En este sentido, el aprendizaje obtenido por las investigadoras y que ahora se pretende transmitir es más amplio que los resultados estadísticos.

El colectivo de personas con diversidad funcional visual es una minoría numerosa. En el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 285 millones de personas sufren algún grado de discapacidad visual. En México, el censo del año 2020 registró 12 727 653 personas con dificultad para ver aun usando lentes, lo que la convierte en la dificultad física de mayor incidencia en el país, incluso por encima de la dificultad motriz. Sin embargo, no fue fácil —y menos en tiempos de pandemia— contar con personas con la disponibilidad y medios para participar en el estudio. Para ello, se buscó el apoyo de algunas organizaciones como el Instituto para Ciegos y Débiles Visuales “Ezequiel Hernández Romo” de la ciudad de San Luis Potosí, la Red Nacional de Ciegos, la Asociación de Invidentes del Estado de Michoacán, el Centro de Rehabilitación y Educación Especial Morelia, la Escuela para Niños y Niñas Ciegas de Guadalajara A. C., entre otras organizaciones en México.

Participaron en el estudio 14 personas, residentes de diferentes ciudades del interior de México. La mayoría manifestó tener una condición de residuo visual variable y el 38,5 % fueron personas en condiciones de ceguera total. Sobre el origen de su limitación visual, el 61,5 % es ciego de nacimiento y el resto adquirió la ceguera después; la mayoría, a edades tempranas. Nueve declararon que saben braille; tres lo saben más o menos; una no contestó y una dijo que no. Ninguna cuenta con un perro guía. Sin embargo, el 92 % eñaló que ha recibido alguna capacitación sobre el uso del bastón blanco para orientación y movilidad. El nivel académico más alto es licenciatura y el mínimo, secundaria, pero esto debe analizarse según las edades de los participantes. Respecto al uso de la tecnología, el 60 % respondió que la utiliza mucho, el 30 % dijo que algunas veces y el 10 % casi no la emplea. Se entiende como tecnología a los teléfonos inteligentes, computadoras, tabletas y otros dispositivos similares (véase la tabla 1).

RESULTADOS

Los resultados dan luz sobre cuáles pueden ser las mejores estrategias en la gestión de la visita de una persona con diversidad funcional visual a un inmueble patrimonial, pero también ayudan a entender cómo se podría enriquecer la experiencia para otras personas. Abren una necesaria discusión y revalorización de los recursos de interpretación y presentación del patrimonio, tanto mueble como inmueble, para los cuales se sugiere que trasciendan la hegemonía de lo visual. El estudio completo contiene dos secciones: respecto a la escala urbana y respecto a la escala de la edificación. En este artículo, por límites de extensión, se hace referencia únicamente a los resultados de esta última parte del estudio.

El patrimonio cultural puede tener diferentes significados. Visto desde la diversidad funcional visual, sus características estéticas y formales pierden sentido; pero los aspectos intangibles del concepto surgen con más fuerza. Según los resultados obtenidos y el previo acercamiento etnográfico por diversos medios al colectivo de la diversidad funcional visual, se puede afirmar que para ellos el patrimonio cultural está más relacionado con la historia y las tradiciones. También mencionaron otros aspectos como la comida o la música. La misma pregunta sobre el patrimonio cultural fue realizada a personas sin discapacidad visual en un estudio paralelo, y se pudo observar que la arquitectura tiene un mayor peso para las personas sin dificultad para ver, quienes prácticamente no señalan otros aspectos del patrimonio cultural (véanse las figuras 3 y 4).

Es importante aclarar que, tratándose de un concepto tan amplio y complejo como el patrimonio cultural, era de esperarse una variedad de respuestas, y nos atrevemos a decir que todas ciertas, ya que se trata de un ejercicio de percepción más que de conocimiento o precisión.

Una de las preguntas que se consideraron más relevantes es aquella sobre el reconocimiento que una persona con diversidad funcional visual, ya sea completa o con residuo visual, hace respecto de un edificio histórico: si logra reconocer, sin que nadie previamente se lo explique, si una arquitectura es histórica o no. Las respuestas se dividieron de la siguiente manera: el 53,8 % de las personas participantes dijeron que no podría distinguir la diferencia, el 15,4 % respondió que tal vez y el 30,8 % señaló que sí (véase la figura 5).

Es significativo el porcentaje que sí puede reconocer, de algún modo, las cualidades no visibles de estos inmuebles. Incluso resultó que, de las cinco personas que manifestaron tener ceguera total, tres dijeron que sí pueden distinguir un sitio histórico y solo dos dicen que no. De seis participantes con diferentes grados de residuo visual, cuatro dicen que no pueden distinguir y dos que tal vez. Puede parecer contradictorio, ya que los participantes con ceguera total fueron los que mostraron una mayor seguridad para reconocer las características de un inmueble histórico; es posible que sea por habilidades de percepción más desarrolladas, pero habría que revisar otras variables en estudios posteriores para llegar a conjeturas más certeras.

Para la pregunta: ¿de qué manera una persona con alguna desventaja en su capacidad visual prefiere acercarse al conocimiento de un edificio histórico?, se presentó una serie de opciones: la descripción, la posibilidad de entrar, la posibilidad de tocar, la opción de una maqueta táctil a escala, escuchar una pieza musical relacionada con el sitio o una lectura sobre la historia. De estas opciones, la alternativa seleccionada como preferida para conocer o dar a conocer un edificio histórico fue la posibilidad de entrar al edificio, después la descripción y leer sobre su historia. Las opciones de maqueta a escala y la posibilidad de tocar recibieron igual número de menciones; la menos escogida fue la pieza musical (véase la figura 6). La música es informativa, pero a un nivel más emocional que de conocimiento, de tal manera que resulta un recurso ideal para complementar otros medios.

Cabe mencionar que las descripciones dirigidas a personas con dificultad para ver deben contar con características particulares; tienen que ser tan detalladas que permitan crear una imagen mental del mensaje visual. La técnica de la audiodescripción contempla importantes lineamientos para que sea eficaz como medio de traducción intersensorial (Audio Description Coalition, 2009). Es más común encontrar este recurso de accesibilidad para medios audiovisuales, como el cine, la televisión o el teatro, pero también es aplicable a objetos estáticos, por ejemplo, pintura, escultura y arquitectura, como recientemente se ha hecho en los principales museos del mundo, entre ellos, el Museo del Prado en Madrid y el Museo del Louvre en París, sobre todo para pinturas de gran relevancia3. Sin embargo, la técnica es aplicable a cualquier objeto o situación, y su dificultad dependerá del tipo de objeto y del perfil del destinatario.

La posibilidad de entrar al edificio es, de acuerdo con los resultados, la mejor manera de iniciar el conocimiento de ese bien inmueble; no obstante, dentro de un edificio, ya sea contemporáneo o histórico, generalmente se presenta una serie de obstáculos para este colectivo. Las barreras físicas son las más evidentes y los esfuerzos para la accesibilidad se concentran en romper este tipo de barreras. En el caso de los inmuebles históricos, no siempre es sencillo, pues se debe guardar el equilibrio entre la preservación del bien patrimonial y las medidas de accesibilidad, situación que implica tomar en cuenta la legislación aplicable sobre salvaguarda del patrimonio y las instancias reguladoras correspondientes. Las personas con movilidad reducida son las más afectadas por las barreras físicas, pero, como vemos, también las personas con dificultad para ver requieren que el espacio físico tenga ciertas características y apoyos para una mejor movilidad y orientación.

Se detectó que los obstáculos más importantes en el interior de un edificio público son los siguientes, en este orden: falta de señalización de ruta en el piso, cambios de nivel en el interior, falta de una persona guía, falta de señalización con braille, falta de señalización con letra de fuente grande y contraste, falta de un plano táctil o maqueta, escaleras sin barandal y baños no señalados (véase la figura 7).

En lo específico, se preguntó también sobre las preferencias de cómo les gustaría que fuera presentado un objeto, por ejemplo, en el caso de un museo. La pregunta fue enfocada en el ejemplo de un museo, pero las respuestas podrían ser extrapoladas a otro tipo de recintos culturales o edificios públicos, en donde podría tratarse de cualquier tipo de objeto, proceso administrativo, evento o servicio.

Se plantearon tres alternativas, entre las cuales, como se observa en la figura 8, claramente hay una inclinación hacia aquella que involucra un contacto humano. También, como se aprecia en la misma figura, se valoró positivamente el uso de la tecnología. Ambos recursos tienen aspectos por considerar: una persona guía puede ser flexible, adaptada y más cálida que un dispositivo electrónico; sin embargo, un recurso electrónico promueve más la autonomía e independencia. El uso de recursos por escrito en el sistema braille fue el de menor preferencia, en donde el interlocutor es más activo táctilmente, pero le toma más tiempo tener acceso a la información, como se observa en la figura 8.

Con la nueva normalidad de la pospandemia, es probable que se popularicen más los sistemas de comunicación e información a través de los propios dispositivos móviles de los visitantes para mantener unas mejores condiciones sanitarias, ya que podrían no implicar contacto físico con otros elementos o personas del lugar, por ejemplo, a través de códigos QR.

Finalmente, se solicitó a los participantes su valoración sobre algunas alternativas para la accesibilidad al patrimonio cultural edificado, las cuales no solo podrían ser aplicables al patrimonio edificado, sino también a otros tipos de objetos. Se sometieron a valoración los siguientes cuatro medios: la técnica de la audiodescripción, la exploración táctil de una maqueta a escala, la música ambiental de acuerdo con el lugar histórico, y la posibilidad de tocar objetos y elementos del sitio.

Las opiniones estuvieron bastante divididas, como se observa en la figura 9. La posibilidad de tocar objetos y elementos es el medio que, de acuerdo con el estudio, se considera más eficaz para el conocimiento. La técnica de la audiodescripción también es valorada como un medio de apoyo importante, y queda en segunda posición. Tanto la opción de exploración táctil de una maqueta como la de música ambiental contaron con opiniones divididas, y se requeriría una muestra de mayor tamaño para dilucidar cuál es considerada una técnica más útil. En este ejercicio, la opción de música estuvo ligeramente arriba en la preferencia de acuerdo con la escala utilizada. Ahora bien, este análisis da pie a pensar que se pueden diseñar estrategias que combinen estas técnicas e incorporen otras más, lo que daría como resultado una transmisión de contenidos más completa que integre varios modos de percepción.

La posibilidad de tocar objetos no siempre es viable cuando se trata de piezas originales. Se tendría que evaluar qué piezas son factibles de ser tocadas o tener disponibles reproducciones o piezas específicamente realizadas para la exploración táctil. Sin embargo, en muchas ocasiones, se exponen reproducciones o se trata de elementos que no llegan a tener una afectación mayor, y se especifica la prohibición del tacto sin un argumento válido. La posibilidad de tocar también es un recurso de conocimiento para personas con diversidad funcional cognitiva y para la población infantil.

Actualmente, en México, no es muy común la utilización de estos medios. Al preguntar sobre alguna experiencia respecto a la audiodescripción en eventos culturales o de artes visuales como cine, teatro, danza, pintura, escultura o arquitectura, el 53,8 % contestó que sí la había escuchado o conocía, pero el 46,2 % respondió que no. Se conocen buenas prácticas al respecto en la Ciudad de México, en donde se concentra la mayor cantidad de recintos culturales, pero estas son muy escasas en el interior del país.

Se indagó sobre el tipo de visita grupal de su preferencia: si optaban por visitas en grupos especiales o en grupos sin distinción de diversidad funcional. Las preferencias resultantes se inclinaron a visitas sin distinción, lo que indica que la accesibilidad no debe enfocarse en medidas particulares, sino que las acciones deben ser realizadas para que, en lo posible, sirvan para todas las personas. Los resultados a esta pregunta se pueden observar en la figura 10.

Estas cifras marcan la dirección que deberían tomar las estrategias de gestión. Se suelen realizar proyectos exclusivos para ciertos grupos de personas con discapacidad, pero terminan siendo excluyentes de todos los demás y enfatizan aún más la marginación de estos grupos sociales. Es un equilibrio importante, que se debe estudiar con detenimiento y en cada una de las diversidades funcionales. Por otra parte, sí hay algunas condiciones físicas que requieren ciertos cuidados especiales respecto a la convivencia social, en particular aquellas relacionadas con los aspectos cognitivo y emocional.

CONCLUSIONES

Se observa, con base en los resultados, que es importante en el campo cultural un enfoque de conservación activa, es decir que la gestión del patrimonio no se limite a la muestra de sus atributos estéticos, sino que, a través de otras dinámicas sensoriales, se promueva la comunicación con las personas (Troitiño Vinuesa, 1998). En este sentido, no se trató solo de dar cuenta de un grupo específico, como el de las personas con diversidad funcional visual, sino de cuestionar la hegemonía visual predominante también en la gestión patrimonial. La innovación en la gestión del patrimonio construido puede formar parte de un proyecto de accesibilidad que se abra a nuevos públicos, ya sean locales o extranjeros. Como reflexionaba Troitiño Vinuesa (1998): “Hay que superar la mera conservación-recuperación del patrimonio arquitectónico y abordar su reelaboración productiva. La innovación cultural tiene que ponerse al servicio de la creatividad social y convertirse en un pilar fundamental del desarrollo” (p. 97), un desarrollo que sea incluyente para todos los sectores sociales.

Para estar en condiciones de proponer acciones de inclusión con perspectiva de diversidad funcional, es necesario un acercamiento a cada uno de estos colectivos. La heterogeneidad de la diversidad funcional es amplia. Hay aspectos coincidentes, pero otros muy específicos de cada tipo de dificultad física. En el caso de las personas con diversidad funcional visual, el análisis de los sentidos alternativos que comúnmente utilizan es la base para plantear posibles recursos de accesibilidad. Esto significa adoptar un enfoque en las capacidades (Nussbaum, 2007), es decir, dejar de enfocarse en la limitación física para enfocarse en lo que sí pueden hacer.

La cantidad de información visual en el mundo es enorme, pero cabe mencionar que se observa que esta etapa de extremismo visual se encuentra en un momento de transición, probablemente no total, pero sí de ajuste y equilibrio con el resto de los sentidos. Los medios de comunicación y el desarrollo tecnológico han tenido mucho que ver en ello. Las pantallas que invadieron el mundo, antes tan visuales, ahora son también táctiles y los dispositivos son cada vez más interactivos. Las nuevas aplicaciones utilizan de manera indistinta textos y audios, e incluso actividades y disciplinas tan visuales como el cine o el arte pictórico se apoyan en la estimulación de otros sentidos para una mejor experiencia. El patrimonio edificado tiene el reto de abrirse a nuevos públicos, de ser accesible para todos, tanto en su dimensión física como en su contenido. Un camino posible es recurrir a los sentidos revalorándolos como canales perceptivos de la realidad y del espacio mismo, y, en su gestión, apostar por la creatividad para el diseño de recursos multisensoriales, a través de los cuales se cuente su historia y su significado.

Referencias

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1 Gestáltico es relativo a la Gestalt, corriente de la psicología de corte teórico-experimental que se dedica al estudio de la percepción. Para la Gestalt, el ser humano organiza sus percepciones como totalidades.

2 La técnica de bola de nieve significa que se van identificando sucesivamente a través de la misma muestra a otras personas que tengan características adecuadas.

3 Por ejemplo, el Museo del Prado, en Madrid, con su exposición Hoy toca el Prado; o el Museo del Louvre en su galería táctil, espacio especialmente dedicado a las personas con discapacidad visual, en donde el visitante puede explorar réplicas de obras de la colección del museo con la ayuda de una audioguía descriptiva.